A partir de una noticia enmarcada en un caso supuestamente policial de estafa a un jubilado que cobró su jubilación en el Banco Casa Piano, resultó que todos los billetes eran “falsos”. A raíz de que un canal de televisión (Crónica) hizo público este caso comenzaron a llover una catarata de denuncias de cientos de jubilados que les pasó lo mismo con los bancos Nación, Supervielle, Macro y la nombrada Casa Piano.
Lo “llamativo” de esto es que los jubilados cobraron la totalidad de sus haberes con billetes de la misma denominación numérica. Es bueno aclarar que a otras personas les sucedió lo mismo con los cajeros automáticos.
Hasta ahí los hechos. No hace falta tener las pruebas en toda su certeza matemática para entender que se trata de una maniobra en la que está implicado todo el sistema financiero. El Estado ha recurrido muchas veces a la emisión duplicada de moneda y esto no resulta ajeno a dicha maniobra. Está claro que la misma no se puede realizar sin el concurso real de los niveles más altos del poder.
Claro que es una estafa, pero una estafa que atenta contra el bolsillo de todo el pueblo argentino, es decir, una estafa a gran escala como nos tiene acostumbrado la oligarquía financiera (lo del corralito no fue un hecho de ficción). Lo que pasa en este caso, es que saltó a la luz.
Bien dice el dicho: No existe el crimen perfecto, aunque éste provenga desde el poder. Esto es una muestra de ello. Lo más vergonzoso de todo es que los gerentes de las sucursales bancarias se lavan las manos dejando a los pobres jubilados a la buena de Dios.