La seguridad y la justicia

Por estos días todo el mundo nos agita con la inseguridad. Mientras los medios oficialistas continúan hablando de la «sensación de inseguridad», poniendo en tela de juicio lo que se palpita en las calles, los medios opositores descargan un operativo para escandalizar a la población, sin dudar en utilizar métodos terroristas de desinformación.Para aclarar tanta confusión es necesario poner algunas cosas en claro.

Según el diccionario, seguro significa estar exento de peligro o riesgo.

Si pensamos en cómo se desenvuelve nuestra vida bajo la dominación de los monopolios, queda más que evidente que la inseguridad nos rodea.

La inseguridad que sufre el pueblo no se agota en las situaciones que nos muestran los medios, que reducen los problemas a una zona del país, los grandes centros urbanos (en especial Capital Federal y el conurbano bonaerense) y a un sector social, los habitantes de esos centros.

Para nuestro pueblo, la inseguridad abarca muchas otras cosas que no se ponen en primera plana, de las que nadie habla ni quiere que se hable.

Más allá de la salvaje agresión de robos y salideras, más allá de lo terrible de los fallecimientos por accidentes de tránsito, el conjunto del pueblo soporta varias situaciones más que están vinculadas con LA SEGURIDAD.

Es tan grave y lamentable la vida que se pierde en un robo o en un accidente de tránsito como la que se pierde en un accidente laboral, la ocasionada por enfermedades curables, las que causa la miseria, la desnutrición, o por la ausencia de prevención para importantes sectores de la población, la falta de recursos materiales y humanos en la atención de la salud, la ausencia de caminos transitables en gran parte de nuestro territorio, y la lista podría continuar…

Desde que nos despertamos vivimos en la inseguridad total, no sabemos cómo será viajar a nuestros trabajos, los accidentes son más frecuentes de lo que uno cree, corremos para no entrar tarde y así correremos el resto del día.

Corremos en nuestro puesto de trabajo, sometidos a una presión constante por la producción, no tenemos la seguridad de estar bien alimentados… más bien, sabemos que no lo estamos, mientras en nuestras casas los servicios públicos más elementales no nos dan la mínima seguridad de funcionar en regla.

No estamos seguros de que nuestros hijos reciban la educación que se merecen, y hasta ni estamos seguros que el colegio esté abierto o que funcionen las instalaciones.

No estamos seguros de ser atendidos cuando nos enfermamos, no estamos seguros de que los centros hospitalarios tengan las condiciones necesarias para brindar un servicio básico, ni estamos seguros de tener los bonos y formularios que nos exigen las obras sociales,  pero estamos seguros que sin ellos no habrá atención por más enfermos que estemos.

No estamos seguros que tengamos un futuro, si miramos como se los trata a los pobres jubilados, ni estamos seguros de conservar el empleo, a juzgar por la picadora de carne que son los centros laborales.

La seguridad no nos acompaña, aún en el caso de no haber sufrido ninguna clase de robo o accidente. Es sencillo, vivimos en un sistema que para tener la seguridad de embolsar ganancias millonarias no duda en condenarnos a la más absoluta inseguridad, porque su seguridad es nuestra inseguridad, y nuestra seguridad es precisamente su inseguridad.

Por eso arman hasta los huesos a sus fuerzas de control y represión, no para combatir el delito, ya sabemos que no le interesamos en lo más mínimo, sino para amedrentarnos y acosarnos. La lista de crímenes de “gatillo fácil” nos exime de más explicación, siempre apuntan contra el pueblo…

Dice el diccionario que justicia es la virtud de dar a cada uno lo que le pertenece.

A nosotros, el pueblo argentino nos deberían pertenecer las riquezas del país, nos pertenecen todas las conquistas logradas con el esfuerzo y el trabajo, nos pertenece la dignidad que se nos niega y que transforma a este sistema en el más injusto e inseguro para nosotros, para nuestras familias y para los que vendrán.

Por eso debemos perseguir justicia, que no se agota en que el poder judicial funcione, porque ese poder también  funciona contra nuestros intereses, es mentira que sea lento, es selectivo, funciona de acuerdo a la clase que promueva la acción judicial.

Nuestra justicia la logramos en la lucha, con los nuestros con los compañeros de trabajo y de estudio, con las familias los amigos y los vecinos. La justicia la lograremos conquistando porque esto no aguanta más y ya es hora de cambiarlo.

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