«Yo tengo la convicción profunda de que nuestra ley falla si no llegamos a suprimir el cáncer social que representan 12000 a 15000 niños abandonados moral y materialmente, que no conocen familia, porque es necesario saber que hay muchísimos padres que vienen como inmigrantes y abandonan a los niños a la entrada porque les incomodan; los dejan en los terrenos del puerto donde se alimentan con toda clase de inmundicias y con lo que su mayor o menor habilidad les permite obtener. Otras veces la familia los abandona porque no los puede proteger. Esos mismos niños, terminan vendiendo diarios y realizando toda clase de oficios callejeros, que no son más que una simulación; porque de los niños que venden diarios sólo el 10% lo son en realidad, y los restantes son vagos a quienes adultos explotan de una manera inicua. Las etapas de esta carrera de vagancia y el crimen son las siguientes: los padres mandan a los niños a vender diarios y el primero, segundo y tercer día, reciben el producto obtenido de la venta. Pero enseguida los niños juegan el dinero o se lo gastan en golosinas, y cuando llegan a sus casas, el producto de la venta se halla muy disminuido. Entonces los padres los castigan, y después de dos o tres correcciones generalmente un poco fuertes, resuelve el niño no volver más a su casa y vive robando en los mercados, en los mataderos, durmiendo en la puerta de las casas, y finalmente cae en la vagancia y después en el crimen”.
Estas palabras desnudan la esencia deshumanizante de la burguesía y fueron vertidas por el diputado Luis Agote (Cfr. Diario de Sesiones del día. el 28 de agosto de 1919) fundamentando la necesidad de crear un régimen legal de menores a través de una clara concepción ideológica que dio por denominarse Ley del Patronato. El cual ha funcionado durante este siglo pasado como una herramienta de control social del Estado que lejos de promover el crecimiento armónico de los niños en el seno de sus familias, los excluía y los remitía a instituciones totales para un pretendido proceso de higiene moral.
Conviene no olvidar que hasta los años 30 y 40 del siglo XX , la Iglesia Católica tuvo prácticamente el monopolio de la asistencia social, muy especialmente de la infancia pobre y desvalida, siendo recién a mediados de la década del 50 que el estado burgués se ve compelido a intervenir con políticas públicas en la infancia; no sin dejar de considerarla a ésta como sujeto de intervención y asistencia y no de derechos.
El régimen se resquebrajó porque el encierro indiscriminado de chicos pobres en un país en el que la mayoría de los niños, jóvenes y sus respectivas familias son pobres, se ha tornado una herramienta ineficaz aún para quienes han construido un modelo social basado en la desigualdad y un imaginario social en el cual ser pobre y adolescente es sinónimo de peligroso,
Por esto y tras largos años de lucha de trabajadores del sector, organizaciones sociales y militantes de los derechos de la infancia se logró la derogación del Régimen del Patronato y la sanción de un nuevo marco jurídico; lo cual no podemos dejar de considerar una conquista más entre las luchas de nuestro pueblo.
Sabemos que nada podemos esperar de ellos ni de sus leyes
En estos días Scioli firmó convenio para coordinar acciones entre el ministerio de Seguridad y el de Desarrollo Socia,l en la prevención de la violencia juvenil con el objetivo de contenerlos y encausarlos. Lo que no es más que un nuevo plan Represivo contra los jóvenes
¿Pensará contenerlos como a Luciano Arruga y tantos otros jóvenes y quizás para encausarlos es que se encuentra pronto a inaugurar una unidad carcelaria para adolescentes en la localidad de
La Matanza? La que ya se intentó poner a funcionar a fines del 2008 y en la cual dos adolescentes se quitaron la vida porque no soportaron las condiciones de encierro.
Pero claro, para eso hay plata, para escuelas no, para un sistema de salud mental infanto-juvenil no; para tantas otras necesidades, No
Se les caen sus caretas, se les caen sus discursos progresistas y cada vez queda más al descubierto la esencia reaccionaria de los serviles administradores del Estado al servicio de los monopolios
Temen y no es para menos, los niños y los jóvenes de nuestro pueblo vienen marchando hacia el futuro y como vemos en estos días, tanto en el movimiento estudiantil, como en nuestra joven clase obrera, con la firme decisión de tomar lo que les correponde.