Sin lucha, nada; con lucha, todo

En medio de este nuevo cambio de situación social, el problema de la unidad, comienza a ser el principal problema político para dar un nuevo salto hacia la instalación de un proyecto revolucionario.

Mientras pretenden por todos los medios dar una imagen positiva de crecimiento en nuestro país tras las políticas “progresistas de este gobierno”, mientras le dan manija por todos los medios a las descaradas mentiras del INDEC, que anuncia que bajó la pobreza, que hay mejor distribución a las riquezas y más trabajo, que los precios no aumentan y bla bla bla;  la inflación, sigue golpeando los bolsillos de los trabajadores y deteriorando cada vez más nuestros sueldos.

Pero como la mentira tiene patas cortas, el engaño queda completamente desteñido con el recrudecimiento de los conflictos sociales en todos los rincones del país. La clase obrera y el pueblo, van experimentando día a día que sin lucha no se gana nada, y que el principio para conquistar los reclamos, es la movilización, con las herramientas que se tiene a mano, ya sean paros, tomas, cortes, marchas, etc.

Por un lado cada vez son más las luchas que trascienden en el país y que no las pueden ocultar por su magnitud, como la de Paraná Metal por los 900 puestos de trabajo; los trabajadores de la salud en todo el país por aumento salarial; el paro de los bancarios por salario y contra el impuesto a las ganancias; los trabajadores de la fábrica Argentina de aviones (FADEA) exigiendo la regularización del pago; las tomas y reclamos de los colegios secundarios; y otros tantos conflictos que han trascendido estas últimas semanas. Pero por otro lado, existen una innumerable cantidad de luchas y conquistas que no salen por la televisión, pero que día a día se multiplican. Y en este caso, nos referimos a la reacción, cada vez más rápida, que tienen los trabajadores, cuando se trata de  exigir: aumento de salario, regularización del pago, condiciones seguras de trabajo, el rechazo al maltrato por parte de las autoridades de las empresas, contra los despidos, y todas las reivindicaciones que estén a la orden del día. Lo mismo se da también en la población cuando se reproducen las movilizaciones por hechos de injusticia o reclamos propios de cada lugar.

La clase obrera y el pueblo van haciendo un ejercicio permanente de conquistas a través de la lucha, que a su vez produce contagio y permanente reproducción de movilizaciones, ya que: “si los de la fábrica de al lado pudieron ganar porque se plantaron, nosotros también”.

De esta manera se está ganando confianza en las propias fuerzas,  y la movilización por los reclamos que se den en cualquier rincón del país, por más oculto y pequeño que sea, y por más aislado que esté, es una experiencia más en medio de un torrente de luchas que se dan permanentemente en el país como si fuera una gota de agua, provocando en el gobierno una profunda crisis de gobernabilidad, y poniéndolos totalmente a la defensiva a la hora de tener que aplicar los planes políticos.

En medio de este nuevo cambio de situación social, el problema de la unidad, comienza a ser el principal problema político para dar un nuevo salto hacia la instalación de un proyecto revolucionario, donde la clase obrera con su impronta, unida a la fuerza de la población, se vaya constituyendo como verdadera oposición frente a toda la pornografía política, que de izquierda a derecha, nos propone este sistema.

La campaña política para instalar en el país el reclamo por las 8 horas y el trabajo digno, debe ayudar  a unir las luchas aisladas de todo el país.

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