Día a día en nuestro país nos aumentan los alimentos a grados inalcanzables para nuestros salarios, cada vez más lejos de poder cubrir una canasta familiar que complete todas las calorías y proteínas que nuestras familias necesitan para una vida sana y digna.
Observamos también que hay miles de hambrientos y de que miles y miles de niños son enviados a las escuelas con el único objetivo de “ligar” un poco de comida de pésima calidad.
Mientras todo esto ocurre en el país real, el gobierno de la burguesía nos muestra datos “exitosos” desde lo económico que no podemos dejar pasar inadvertidos.
El señor ministro de Agricultura, Julián Dominguez, declaró ayer que “el país ha llegado a los 100 millones de toneladas de granos producidos este año”, volumen inédito en nuestro país. Esta cifra escalofriante sirve en definitiva para alimentar a millones y millones de habitantes del planeta.
Pero no nos engañemos. Esos 100 millones de toneladas de granos se transforman inmediatamente en muchos más millones pero de dólares, que van a parar a los bancos a nivel mundial. Entidades financieras que son de Cargill, de Monsanto, de la industria mundial agroquímica y alimenticia. Estos son los que se dedican a especular y timbear a nivel planetario “gracias” a esos recursos generados, avanzando en una concentración económica cada vez mayor, que, justamente, es la que genera y profundiza las necesidades que padecemos los pueblos.
Si hasta parece que el ministro Dominguez hubiera descubierto la pólvora cuando declara que lo que “le preocupa” de todo esto “el alto nivel de concentración de la inversión y en la organización del negocio”…
Pero lo que le faltó señalar es lo esencial: la apropiación cada vez más concentrada de la ganancia, en definitiva, “una verdad de Perogrullo” porque concentración y apropiación conforman una sola cosa.
Lo que en realidad pretende el gobierno de la burguesía a través de su ministro es mostrar un poco de “culpa”, promoviendo programas y planes cooperativos entre los pequeños productores, desvencijados y recontra fundidos, en una mediocre declaración de tinte electoral, mintiendo un poco más, dejando caer algunas migajas.
Por favor, dejen de justificar lo injustificable.