Frente a los cortes de energía, el pueblo se planta y conquista su reclamo

De entre los actos políticos más viles a los que nos tiene acostumbrada la burguesía monopolista, uno de los más ruines y violentos son los cortes de luz. No se trata aquí de los cortes momentáneos por arreglos por problemas técnicos. Sino de los que implican dejar sin luz a cientos de miles de familias durante días enteros, sin preocuparse por las condiciones de vida, ni de las necesidades vitales más básicas de hombres, mujeres, niños y ancianos, y menos aún, de la situación de enfermos y convalecientes que necesitan atención especial. Y todo ello porque su única preocupación como dueños de la electricidad que ilumina nuestras casas es el negocio a costa del sufrimiento de millones. Frente a estos actos, la respuesta de abajo es la del enfrentamiento decidido por la solución inmediata del problema; enfrentamiento violento, pues, no hay otro modo de arrebatarle la solución a la burguesía.

En días pasados en la localidad de Pontevedra, partido de Merlo en la provincia de Buenos Aires el cielo nocturno se iluminaba y a la vez nublaba por el fuego y el humo de las fogatas callejeras que realizaban los vecinos del Barrio Unión. Era el tercer corte de ruta que los vecinos se veían obligados a realizar para resolver el problema de los cortes de luz que, desde el mes de mayo, se venían reiterando todos los fines de semana y a mediados de semana.  Por tercera vez consecutiva la ruta se cortaba nuevamente. Mucha gente, mucho ruido y por sobretodo, mucha bronca por carecer de un servicio pago y público en manos de los monopolios, odio por la injusticia a la que los someten los dueños de la electricidad, odio porque que no daban más que soluciones formales al problema, odio por querer usarnos de forros de sus intereses. Los dos cortes de ruta anteriores  se hicieron el fin de semana largo, el 20 de junio “Día de la Bandera”  por la noche y el primero una semana antes, el lunes 13, también por la noche. El último el 27 de junio, comenzó a la tarde y terminó de noche. En ninguno de los dos anteriores el problema fue solucionado, Edenor mandó cuadrillas a cambiar los fusibles del transformador en el primero y a cambiar la fusilera en el segundo, y tales cambios no duraron más que una semana, pues el fin de semana siguiente, la luz volvía a cortarse. Ninguna respuesta daba Edenor a los reclamos telefónicos. Por el contrario la insulsa voz del contestador era igual a decirnos ¡¡No hinchen las bolas!!! El barrio resolvió que el único medio por el cual Edenor se vería obligado venir a resolver el problema era sin dudas el corte de ruta, es decir la acción decidida de los vecinos, su poder de acción frente a la inacción de Edenor. En un principio los cortes de suministro se dieron en una sola fase de la línea, es decir se quedaba sin luz la mitad del barrio, luego fue de forma indistinta en las dos fases. Por lo cual el ultimo corte sumo a la mayoría del vecindario. En el último corte de ruta, la decisión del barrio fue seguir hasta que no cambiaran el transformador por uno más potente. Planteada por los vecinos, esta era la única solución posible y fueron por ella con la fuerza de dos cortes anteriores de más de 6 horas cada uno en sus espaldas y con el aval de la justicia del reclamo y la confianza que tiene el pueblo en su propia fuerza cuando está decidida a ir por lo suyo. Cuando nuevamente aparecen los técnicos con el cambio de fusibles como en las otras dos oportunidades un solo grito se oyó en medio de la avenida. ¡¡Hasta que no nos cambien el transformador no nos vamos de acá!!!  La policía de la Matanza tratando de romper los piquetes con su camioneta 4×4 y casi atropellando a algunas mujeres y niños que se pusieron para impedir su paso, no pudo pasar y tuvo que retirarse cuando la multitud la enfrentó decidida. Las delegaciones municipales no pudieron convencer a nadie, como buenos títeres nunca van a aprender que son bufones de las mentiras de los gobernantes, carne de cañón de sus intereses. La policía de Pontevedra solo era expectante e impotente para  enfrentar la justicia del reclamo.  La cola de colectivos, camionetas, autos, llegó a tener más de diez cuadras. Los piquetes en el interior del barrio también impedían todo paso de vehículos. Muchos vecinos de otros lugares se acercaron y daban su apoyo a la multitud de trabajadores, amas de casa, de jóvenes y niños convencidos que la lucha y la unidad que habían conquistado con los cortes anteriores terminarían con el triunfo ¡¡¡dure lo que dure!!!  Para el mundillo político local, esto era un bochorno en medio de la campaña electoral.  Funcionarios de alto rango de la intendencia de La Matanza lograron dar con un gerente de Edenor que al habla con los vecinos se comprometió a gestionar un transformador. ¡¡Ninguna promesa de nada, queremos el transformador ahora o este corte sigue por tiempo indefinido!!!!  Tal fue la respuesta del barrio, tres veces se comprometió a gestionar el transformador y tres veces se le respondió lo mismo. Sólo recién cuando el gerente dijo que al día siguiente mandaba una cuadrilla a cambiar el transformador, se le respondió que si no estaba para antes del mediodía se cortaba nuevamente. Por esa noche la luz no se iba a cortar, habían puesto un fusible que aguantaría la tensión.

Al día siguiente y bajo la atenta vigilancia del vecindario, dos cuadrillas cambiaron el viejo y vetusto transformador, por uno nuevo y mucho más potente. La luz no se volvió a cortar. Para el barrio, la luz que ahora lo que ilumina tiene un agradable sabor a victoria, tiene una claridad diferente y tiene la potencia de una conquista del pueblo.

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