Crisis mundial: no son los mercados los que no confían, sino los pueblos

El Presidente Obama declaró que “Europa asusta al mundo”, en referencia a la cada vez más inminente caída de Grecia y, detrás de ella, de todo el desastre que se puede  esperar para el sistema capitalista en su conjunto.

La respuesta de los europeos no tardó en llegar, y aconsejan al Presidente norteamericano que se ocupe de solucionar los graves problemas que existen en su país. Así está la situación en el mundo: los más altos exponentes de los intereses de la oligarquía financiera internacional echándose culpas, mientras los días corren y ninguno atina a solucionar nada.

Precisamente, esa es la cuestión. ¿Hay solución para la crisis mundial? Los “laboratorios” económicos, donde todo se resuelve tan fácil, dirían que sí. Siguiendo adelante con los planes de ajuste que tratan de imponer a sus pueblos para, de esa forma, salvar a los bancos y a las empresas capitalistas. Pero el “laboratorio” político, que se topa con la lucha de clases a cada momento, dice exactamente lo contrario.

Si dependiera todo de la economía, muy fácil sería la cosa, pero resulta que los pueblos han decidido no ser convidados de piedra, y lo manifiestan cotidianamente en las calles y en la acción decidida contra cada medida que los “líderes” intentan imponer.

Allí está el problema central que ni Obama, ni los presidentes de los países de Europa, parecen entender. Porque cuando ellos hablan de la crisis están hablando de la crisis del sistema capitalista y no de la crisis que sufren los pueblos, producto de las políticas que ellos mismos impulsan.

Los desempleados y los empleados mal pagos, a los que, encima, se les suben impuestos; los estudiantes que ven caer el nivel educativo y sus perspectivas de futuro; los que se quedan sin casa; los que sufren los recortes en la salud y otras tantas áreas; los que deben trabajar más años para poder acceder a una jubilación paupérrima son los verdaderos “culpables” de que la crisis no tenga solución, desde las perspectivas que la burguesía necesita, al tiempo que agudiza las contradicciones de esa misma clase por lo que no pueden ponerse de acuerdo sobre cómo seguir adelante. La nueva iniciativa de un “default controlado” de Grecia apunta en esa dirección: asumir que todo lo hecho hasta aquí no ha servido, y entonces, ver quién pierde más y quién pierde menos en la puja interimperialista.

Pero la realidad es que todos están perdiendo. Porque la lucha de clases está metiendo la cola. El avance de los pueblos está más candente que nunca y cada medida, cada iniciativa política, está condicionada y maniatada; no son, como dice la prensa burguesa, los mercados los que no confían sino los pueblos. Y ese es el problema irremediable que los capitalistas tienen enfrente y, en su desesperación, sacan los “trapitos al sol”, disfrazándola de discusiones entre estadistas.

Es la lucha de clases, señores capitalistas. Todo lo demás, son fantochadas.

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