Por estas semanas el gobierno de los monopolios intentó poner freno a la lucha de los trabajadores. En su último discurso la presidente “Kristina” tuvo que replegarse, y aunque amenazó con intervenir allí en donde no se alcance el acuerdo, tuvo que aclarar que las paritarias no tienen techo. Lejos quedó la idea del 18%. La vida superó la improvisación.
Sin embargo el tema paritario que ocupa el centro de la escena de los medios está tapando la esencia del problema, nada se dice del estado de lucha y organización que se está presentando a lo largo y ancho del país. Un sinnúmero de establecimientos vienen dando batalla por mejoras salariales y mejores condiciones de vida. Hay paros, huelgas, tomas de empresas, sabotaje. Nada se dice que en la mayoría de los casos, con o sin paritarias las conquistas se van extendiendo.
El tema de paritarias hay que leerlo en las letritas negras de la lucha de clases. Mientras por arriba las instituciones del Estado manifiestan sus crisis políticas, por abajo se está condicionando al gobierno. El techo paritario propuesto ha sido superado por la lucha y se seguirá superando. En este nuevo giro los trabajadores en general y la clase obrera en particular están apretando en sus reclamos, en la vida cotidiana. No hace falta solamente una paritaria para desatar la lucha salarial, hacer la “gran batalla”, se trata de hacer lo que se está haciendo aunque no tenga “prensa”, luchar todos los días por conquistas, apretarlos en donde les duele y donde se debe conquistar. Las paritarias son todos los días, en cada sección, en cada establecimiento, en cada parque industrial. Desde esos reclamos, encontrar los caminos de unidad en todos los niveles, establecer nuestras organizaciones, de las más variadas, institucionalizarlas entre la mayoría de los trabajadores, utilizar todas las herramientas y hacer pesar nuestras fuerzas, nuestra independencia ante el reclamo. Los popes del sindicalismo, los “gordos y los flacos”, el propio gobierno, saben que esto es lo que se está tejiendo por abajo, que está comenzando a pesar en la política nacional. Es a ello que le temen, vacilan y dudan al actuar. Las asambleas, la autoconvocatoria, la preparación de fuerzas organizadas están en marcha, nuestra dignidad no tiene techo. En este continuar de batallas aparecen nuevas vanguardias, miles de trabajadores se van fogueando en la lucha, van conociendo en los hechos el poder de sus propias fuerzas, van probando los caminos de unidad, experimentan en la mejor escuela que es la movilización. En ese camino, en ese despertar de centenares de miles, las ideas revolucionarias se despliegan notablemente, comienzan a tener sentido las luchas de conquistas. Las cosas no vuelven al mismo sitio.