¿Juegos olímpicos?

Más allá de la emotiva participación de atletas de todo el mundo en las olimpíadas, esta vez y como nunca, salvo excepciones, los verdaderos protagonistas fueron los negocios.

Zapatillas amarillas, bikinis “infartantes”, anteojos coloridos, remeras exóticas, pusieron en marcha las olimpíadas del “Shopping”.

Todo se compra y todo se vende.

No olvidemos las cataratas de propaganda televisiva y otras que coparon los espacios de entretenimiento.

¡Qué lejos quedó  la idea de Cuerpo sano mente sana!

¿Qué  hay detrás del medallero? Millones de obreros de todo el planeta trabajando por salarios verdaderamente miserables. Obreros textiles, del calzado, plásticos, etc.

Imaginemos por un minuto en nuestro país los obreros textiles que trabajan en el Bajo Flores, de sol a sol,  en negro, muchos de ellos inmigrantes de varias latitudes, hacinados en cuevas, con sus manos construyendo faraónicas riquezas para las empresas ganadoras de medallas Shoppineras.

Ni qué hablar cuando de deporte se habla.

Salvo Cuba y alguna representación más, la aplastante mayoría de los Estados que compiten no tienen una política de deporte amateur. Millones de niños son expuestos al trabajo a temprana edad, son carne de cañón en guerras interimperialistas cuando esa infancia debería regocijarse en el deporte. El sistema capitalista, necesita incorporar fuerza de trabajo a bajo costo y el niño es visto desde esa mirada aterradora.

Qué distinto un Estado que promueva el deporte desde la cuna y pasando por todas las edades, dando respuesta al esparcimiento, a la salud física y mental.

Millones de almas saboreando la competencia desde la conciencia humanista y dejando a un lado la competencia azuzada por marcas y negocios que propician las guerras entre los monopolios y las transmiten a los juegos olímpicos.

Cada vez más los juegos se despegan de las mayorías y pasan a engrosar competencias entre las marcas.