El Estado de Israel y su concepción nazi de “la solución final”

Con el apoyo incondicional de Obama presidente de Estados Unidos y de las potencias Europeas, Israel ataca la franja de Gaza demostrando en la brutalidad de sus actos guerreristas que la situación política y económica de éstas fuerzas agresoras están presionadas por los resultados de la “primavera árabe”, que se ha constituido como una alianza estratégica de los pueblos contra sus propias dictaduras y a su vez contra el Estado de Israel, aliado incondicional de gobiernos corruptos y entregados a la oligarquía financiera, alianzas  expresas o por omisión.

El ataque imperialista se opone a la democratización de los pueblos árabes, es una seria advertencia a la clase obrera y pueblos atosigados por gobiernos dictatoriales cuestionados y embestidos por la furia liberadora que recorre el sentimiento y pensamiento de millones. El ataque a la franja de Gaza es un ataque directo a la clase obrera y pueblo de Siria, al pueblo Egipcio, al Líbano entre otros, es un ajuste de cuentas para frenar lo que ya a esta altura no se puede frenar que es el nuevo marco político que adquiere el cercano oriente cuando lo que se cansan son sociedades enteras asqueadas de la prepotencia del poder guerrerista y oligárquico con que se sostuvieron por tiempos inmemorables gobiernos sostenidos por el poder de los negocios.

El intento de “la solución final” expresa la necesidad de readecuarse a una nueva situación bajo el emblema de ataque indiscriminado a la población civil y una advertencia, reiteramos, a lo que no podrán detener con violencia que es el nuevo sentir que ha expresado “la primavera árabe”. Este es el verdadero sentido de un ataque criminal, propio de un Estado imperialista.

¿Qué están haciendo las Naciones Unidas?, ¿Por qué no detienen la matanza? ¿Por qué permiten la ilegalidad de la triple alianza de EEUU, Israel, y Estados Europeos? Un genocidio que apunta a debilitar la fuerza democrática que adquieren los pueblos del mundo y en especial del mundo árabe.

El imperialismo tomó nota de su debilidad y ha entendido que los actores en pugna son muy distintos a los que se desarrollaron durante varias décadas. La guerra que se desata tiene un contenido abierto y expreso clasista. Los actores ya no se diluyen en conflictos religiosos o territoriales que también tienen un carácter clasista pero que ha confundido la esencia de la lucha. Ahora ésta agresión ataca los cimientos de su principal enemigo de clase y es una débil y criminal respuesta a un alud de reclamos democráticos que invade oriente medio.

Han tomado nota que se abre una nueva página en un marco internacional de furia de los pueblos del mundo.

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