Para nuestro pueblo no es novedad que la droga es una de las peores lacras del capitalismo. Y que los grandes carteles narcos están instalados a lo largo y ancho de nuestro país. Y que no hay pueblo que no esté presente en el mapa del narcotráfico. Y que esta mafia existe con la connivencia del Estado burgués y sus jueces, políticos y las fuerzas policiales. Y que este “negocio” que mueve cientos de millones y financia gran parte de la política burguesa, cuenta con una extensa red de “favores” para el lavado y movimiento del dinero, en la que participan bancos, mesas y cuevas de dinero y empresas monopolistas.
Con estas verdades, negadas sistemáticamente por la burguesía, desde hace largo tiempo en las barriadas del conurbano de la provincia de Buenos Aires los vecinos autoconvocados han tomado cartas en el asunto. Demoliendo violentamente “cocinas” de cocaína y paco, expulsando de las zonas a bandas de narcos y generando redes de recuperación de los diezmados jóvenes por las adicciones.
Esta práctica legítima del pueblo se ha comenzado a extender a otros puntos del país. En la última semana vecinos de Granadero Baigorria (Santa Fe), en un verdadero ataque armado prendieron fuego y destruyeron una “cocina” de drogas con mazazos y bombas molotov, hecho que por su contundencia produjo la fuga de la banda.
El segundo hecho transcurrió en barrio Belgrano en el oeste de Rosario, donde los vecinos, cansados de la inseguridad y los robos por la existencia de un “kiosco” de drogas, atacaron el mismo pero no lograron su objetivo ya que bandas de jóvenes los amedrentaron con armas de fuego, siendo después protegidas con la llegada de los móviles policiales frente a la enfurecida movilización vecinal.
«Acá hay chicos y las autoridades no hacen nada. La policía viene y se ríe de nosotros. Dicen que no pueden hacer nada porque ya está todo arreglado», denunciaban los vecinos autoconvocados dejando en claro la trama de complicidad e impunidad.
Estas y otras miles de manifestaciones de la autoconvocatoria de los más diversos sectores sociales y trabajadores van delineando una concluyente tendencia hacia una nueva democracia donde los mismos actores son los que deciden y ejecutan las acciones a seguir desde sus propios intereses inmediatos y comienzan a vislumbrar que con la autoconvocatoria y la democracia directa en sus manos, al pueblo le es posible avanzar en la construcción de un futuro más justo, humano y solidario.