Tal cual afirmáramos en la nota publicada el miércoles pasado en relación al nombramiento de Bergoglio como el nuevo Papa, el bombardeo de los medios masivos de información de la burguesía, es total. Pareciera que en particular en Argentina cayó un bálsamo que va a purificar la crisis política que vive el sistema capitalista en nuestro país.
Pero muy por el contrario, tal crisis tiene una profundidad estructural e ideológica que en lo político, la mona, por más que se vista de seda, no deja de hacer piruetas; y nuevas grietas se les abren, por más que intenten tapar los problemas con el manto sagrado.
La inoperancia política de la burguesía (la inoperancia es producto de la crisis, y no al revés), en el primer acto reflejo, mostró a la súper estructura política tal cual es: en el parlamento se pusieron a discutir si debían hacer en lo inmediato un reconocimiento o no a Bergoglio parando la agenda del día; sectores del kirchnerismo lo denunciaban como cómplice de los milicos, y los opositores, que habíamos llegado al cielo. Mucha desorientación, pero al final la presidente marcó la cancha, y los que hablaron de más se llamarán a silencio por unos días, o meses, hasta que terminen siendo más papistas que el Papa. Los militares asesinos que están siendo juzgados en Córdoba se sentaron en el banquillo de los acusados, eufóricos y regocijantes, con escarapelas del Vaticano, quizás dando a entender que había asumido “uno de los nuestros”; como si Bergoglio fuera tan estúpido de frenar los juicios a los carcamanes éstos. Pero la cuestión es que la Cristina, Macri, y todos los colores de la política burguesa, desfilarán el martes a besar el anillo y poder decir “la casa está en orden”.
Los medios, del trasfondo, mejor ni hablar. El miércoles no se escucharon en nuestro país bocinazos, “muchedumbres en las calles”, los “gorilas” del 8N saliendo masivamente, etc. El emblemático pene de Buenos Aires, al decir del Che, referido al Obelisco, estaba más vacío que nunca. Pero esto no significa que nuestro pueblo no se considere creyente. Nuestro pueblo también, en su mayoría, involucra a la Iglesia como parte de las instituciones de este sistema putrefacto y terminal. Sin duda, las parroquias (punteros de la Iglesia) van a poner lo suyo, más la propagandización del Papa argentino, para movilizar. Pero ojo, también es verdad que Argentina no dejará de ser mirada en el mundo, en un mundo donde los pueblos están diciendo basta, y los cuestionamientos tienen iguales designios: ¡¡No queremos vivir más como vivimos!!. Lo cual se transforma, de hecho, para la burguesía mundial, y en Argentina, un eufemismo más la llegada de un Papa “humilde y austero” sino que al revés, se tienen que colocar en esta postura porque los pueblos avanzan. Tal es su debilidad.
Ayer, en nombre de la defensa de una sociedad occidental y cristiana, cometieron los más atroces genocidios y una oleada de dictaduras en casi todo el continente. Hoy, una oleada de gobiernos seudoprogresistas de “izquierda” que no tocaron ni afectaron un solo resorte del Estado burgués, ahora necesitan una curia muy “humilde y austera”. La Iglesia tiene que cambiar: necesitan un Papa latino, jesuita y austero.
Así afirmaba el Cardenal brasileño Claudio Heurmes (amigo íntimo de Bergoglio): “La Iglesia, la Curia romana, precisa urgentemente ser reformada. Así como está la Iglesia no funciona más…”, y agregó “…Muchos dicen que es demasiado grande (refiriéndose a la reforma que necesita la estructura de la Iglesia), pero así como está no tiene mucho prestigio. Toda esa cuestión que ocurrió últimamente (¿) muestra que la Iglesia no está funcionando.”
Por más que nos tiente hablar del pasado, o de tal o cual personaje, esto nos llevaría fácilmente a caer en el riesgo de cualquier tipo de oportunismo, o en el mejor de los casos, de mirada corta, que nada aporta. Los revolucionarios debemos ver estos sucesos partiendo siempre desde el fragor de la lucha de clases en el mundo para comprender, mejor aún, que este sistema se está cayendo a pedazos, y estos hechos son sólo los manotazos y los estertores del derrumbe de un sistema de vida responsable de todos los males que afectan a la humanidad.
Están retrocediendo como nunca antes, aunque hablen con una sonrisa. Néstor Kirchner reboleaba el bastón presidencial y se mofaba de él y de esa retórica; Bergoglio no viaja en limusina, y hasta se animó a decir que viene del fin del mundo, todo un reconocimiento para la lucha de nuestro pueblo.