La semana pasada publicábamos una nota donde se plasmaba una experiencia de lucha en la fábrica de neumáticos Fate, ubicada en la localidad de San Fernando. A raíz de dicha nota han salido a la luz hechos sucedidos en otras fábricas del mismo porte y que permanecieron calladas.
En este caso no nos queremos detener en un hecho puntual sino analizar tal vez más detenidamente el papel que juegan estos servicios médicos, las comisiones internas y cuerpos de delegados, las obras sociales y las ART’s, todas al servicio de los monopolios en pos de la ganancia y totalmente contra los intereses del obrero en particular, del ser humano en general. Relación que hace poner a la salud escondida en cajón bajo siete llaves.
Durante charlas, discusiones con diferentes compañeros en las líneas, en los colectivos sale este tema. Nos pasamos la vida yendo a la fábrica, estando en ella donde trabajamos a destajo con ritmos y presiones para llevar adelante nuestras vidas que son realmente insoportables. Ahí aparecen las enfermedades y las lesiones:
a) Si te enfermás o sentís mal dentro de planta te vas al servicio médico, donde hacen mil malabares para no mandarte a tu casa o derivarte. Médicos que en realidad son carniceros, te medican, te inyectan o un poco más hasta te curan el empacho y te devuelven a la línea sin importar realmente la gravedad de la enfermedad ni tu estado de salud, para que cumplas con tu misión agregar valor al producto. En caso de sospecha de algo realmente grave, te firman un papel y te dejan salir, capaz te estás por morir o no tenés como llegar a tu casa o clínica, pero eso si los “senores” te pagan el día. Tal es así que en una de esas charlas, salió que a un compañero en un complejo industrial muy importante, al que le dieron mil vueltas para darle una mejor asistencia porque creyeron que estaba “actuando”, lo mandaron a la casa por su propia cuenta, el pibe estaba en moto y llegó como pudo a la casa… para no hacerla más larga, él tenía meningitis, SI, MENINGITIS y estos mal paridos lo querían curar con un migral y que vuelva a poner tornillos.
b) La otra es el accidente, que puede ser “grave” o no desde su óptica. En caso que sea grave te derivan inmediatamente a la ART donde otro grupo de carniceros, igual de inescrupulosos, estudian y operan para tratar de tener el menor costo posible, durante el tratamiento y luego en la indemnización. Como si uno fuera una máquina más de todo el proceso produtivo, a la que se le rompieron tres dedos por ejemplo y hay que ver qué provecho con el menor costo posible podemos seguir sacándole. Cuando el accidente “no es grave”, el servicio médico de planta hace todos los malabares y actúa en complicidad con el sindicato para que no nos manden a la ART. Por un lado para que sigamos trabajando y si eso se hace casi imposible, porque seguramente la ART adorna con algún billete a dicho médico y sindicato para que no le lleguen “casos” de siniestros que son un gasto innecesario.
Podríamos detenernos en un montón de casos más pero creemos que con esos dos alcanza para evidenciar al capitalismo, a la oligarquía financiera. Es tanto el tapón que está generando la burguesía en el desarrollo de la humanidad que no quiere ni puede resolver estos problemas tan elementales para el ser humano. Al centrar todos sus esfuerzos en el incremento de su facturación y al tener al ser humano como una mercancía más no van a poder nunca mejorar, en este caso nuestra salud, ni en la enfermedad, ni en hacer que la producción se centre primero en la necesidad del hombre para transformar la naturaleza en cómo se produce y también en el qué.
Es de una necesidad imperiosa una revolución, poner en manos de esos hombres, de las mayorías el problema de la producción. Toda esa inteligencia que el capitalismo tapona, hacerla explotar. Transformar la naturaleza no solamente en productos de mejor calidad, también con procesos productivos que no deterioren nuestra salud sino que hasta la mejoren. Poner al ser humano como eje central de toda la producción, donde lo que yo individualmente estoy haciendo, no solamente es mío y de mi familia, sino también de toda la sociedad y viceversa, lo que toda la sociedad está haciendo es mío y de mi familia. Tenemos como pueblo un potencial terrible pero que no va a poderse materializar bajo estas relaciones de producción sino luego de una revolución, por esto es que decimos siempre que todas las expresiones de lucha chiquitas y grandes hacen que esta revolución esté en marcha hace ya rato.