No saben de qué se trata pero ya quieren su pedazo

Una muestra del papel que juegan hoy los sindicatos pro empresariales dentro de los negocios de la oligarquía financiera, es la patética conducta política del Sindicato de Petroleros Privados de Chubut de frente a la “renegociación” del contrato del gobierno con Tecpetrol (Techint Group) que, al igual que con el caso Chevron, se desconocen condiciones y alcances de la nueva entrega de nuestro patrimonio y nuestra soberanía.

Con poco creíbles amenazas de paro y montados en el carro electoral del kirchnerismo respaldando a Norberto Yahuar, actual ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, que hipócritamente levanta la bandera contra el impuesto a la ganancias, “Loma” Ávila, secretario general del sindicato, lanzó que no se acompañará el nuevo convenio “si no plasma un aporte para el fondo compensador para los trabajadores” dejando en claro que aunque no saben de qué se trata ya quieren su pedazo y que por plata baila el mono.

Estas conductas corporativas largamente instaladas se repiten en la absoluta mayoría de los sindicatos, dirigidas a “fortalecer” la “caja” de la corrupción y el poder para llevar adelante políticas clientelistas y coercitivas contra los trabajadores.

Sin importar las consecuencias económicas, sociales y medioambientales  a corto, mediano y largo plazo para los trabajadores y el pueblo todo,  pretenden reeditar, esta vez como dramática comedia, el engaño invertido al aplicado en  los ‘90 con la ola privatizadora de las empresas “estatales” Entel, Aerolíneas Argentinas, Gas del Estado, las empresas eléctricas, los ferrocarriles, y la pieza más valiosa: YPF.

Los trabajadores y el pueblo ya conocen el veneno que oculta la mentira. Allí está el ejemplo de SUPE, con Diego Ibáñez a la cabeza, que entregaron a los trabajadores y el pueblo a cambio de trasformarse en administradores y empresarios de los gremios, en empresas, con la conformación de compañías aseguradoras, financieras y bancos sindicales para inversiones, farmacias, compañías de turismo, dejando 46.000 trabajadores en la calle mediante la implementación de “programas de retiros voluntarios” que fueron “comidos” en la adquisición de kioscos y remises.

Negociaron regímenes de explotación jamás conocidos en la industria, arrojaron a miles a la miseria y condenaron poblaciones enteras a la desprotección en saludad, educación y los servicios básicos para la vida en todas la cuencas petroleras.

Así, como un mismo veneno no se toma dos veces, la misma historia nunca se repite dos veces, los trabajadores y pueblos petroleros, con las luchas, movilizaciones y bloqueos y su creciente autoconvocatoria y organización, ya han declarado que no están dispuestos a aceptar mansamente el lugar que les pretende asignar la clase dominante y marchan, junto a todos los argentinos, con la bandera de la dignidad en busca de una salida revolucionaria que termine tanta infamia, explotación y saqueo.

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