Días difíciles afronta el reformismo. La agudización del enfrentamiento entre la burguesía contra la clase obrera y el pueblo va dejando al desnudo las políticas oportunistas y conciliadoras y la ideología que le da sustento a la llamada “izquierda” y el “progresismo”.
El acompañamiento que han hecho de las mentiras de la burguesía, en relación a que las empresas estatales son de los trabajadores, y por lo tanto hay que “ponerle el hombro, defenderlas y comprometerse”, son demolidas por el accionar de la propia burguesía, su Estado y su gobierno en la carrera por la concentración y apropiación de los recursos naturales de nuestra patria y de la plusvalía generada por el pueblo trabajador. Ejemplos paradigmáticos de esto son YPF, Aerolíneas Argentinas y los ferrocarriles.
El gobierno ha armado un show mediático exhibiendo videos donde se observan anormalidades producto del desquicio reinante en toda la empresa y exponiendo a trabajadores ferroviarios en el ámbito laboral para satanizarlos y así responsabilizarlos de las catástrofes ocurridas en los últimos años y del caótico estado de los ferrocarriles de los cuales son los directos responsables. Ante ello, estos autoproclamados “paladines” de la causa obrera retroceden en todas las líneas hasta quedar muy por detrás de las conquistas logradas en décadas por los trabajadores, incluso quedando un paso atrás de la propia burguesía y su derecho jurídico en el ámbito laboral.
“Las cámaras de video son positivas”, “nos hacen esto justo cuando preparábamos una marcha (electoral) en defensa del ferrocarril” declaran los patéticos desclasados dirigentes sindicales.
Todo, a cambio de los “permisos” políticos de la burguesía para pertenecer al “mundo de los exitosos” de la política burguesa para, desde los sillones del congreso, jugarla de oposición, legalizando las leyes que demande la oligarquía financiera.
Todo, por tener “un lugar en el mundo” pequeño y triste objetivo de su ideología pequeño burguesa en el seno de la clase obrera.
Pero la lucha de clases con su autoconvocatoria y democracia directa ya no deja margen para estos engendros políticos y, paso a paso, van dejando fuera de la historia a estas corriente ajenas a los interese históricos de los trabajadores.