Las décadas ganadas por las petroleras y mineras en la región austral de nuestro país, les han permitido embolsar miles de millones de dólares, gracias a la entrega política realizada por los gobiernos de turno. Han dejado para el pueblo y los trabajadores sólo la miseria, la desocupación y la destrucción de los servicios -salud, agua, educación- básicos para la vida.
Miles de desocupados, en una zona donde los alimentos duplican o triplican los valores de cualquier centro urbano del país, son uno de los orígenes de la permanente conflictividad social.
Santa Cruz es uno de los escenarios donde la lucha de los trabajadores desocupados y los pueblos sin los servicios básicos, se mantienen en permanente movilización, bloqueando rutas de acceso a las petroleras y mineras.
En la cuenca carbonífera, jóvenes desocupados se encuentran cortando la ruta, protestando por la falta de trabajo y exigiendo a las autoridades que se los incluya en la nómina del personal de YCRT, yacimiento propiedad del Estado nacional. En Caleta Olivia, se está en movilización permanente, frente a la falta total del agua de los últimos meses.
Desde hace diez días, trabajadores petroleros de Pico Truncado cortan la ruta 43 que comunica con Las Heras a la altura del Bridasaurio, reclamando trabajo. Desocupados, bloquean el acceso a PAE en Koluel Kaike, e impiden el paso a todos los vehículos afectados a la actividad petrolera.
Los vecinos de los barrios Calafate I y II de la localidad de Las Heras, cortaron la ruta 43 en reclamo del servicio de gas. La respuesta del Estado a estas demandas fue la detención del dirigente obrero y social Jairo Mansilla.
En Las Heras, continúa el juicio a 14 procesados por la pueblada producida luego de la salvaje represión sufrida por los trabajadores petroleros, en febrero de 2006.
La conducta política de los que demandan “paz social” es instalar una base permanente de gendarmería en Caleta Olivia, pretendiendo instalar la política de terror y persecución a los dirigentes obreros y sociales.
Pero han llegado un rato tarde, los trabajadores y los pueblos petroleros, al igual que el resto de los argentinos, no les teme, y ha asumido que la única forma de defender y conquistar sus derechos políticos, económicos y sociales es la lucha.