La unidad política que está marchando

En la actual situación de enfrentamiento  de clases el problema de la unidad para la lucha por el poder del pueblo es un tema fundamental.

¿En qué etapa de ella nos encontramos?

Por un lado la creciente y permanente lucha de nuestro pueblo por conquistas económicas y políticas.

Años en  que se sostienen los enfrentamientos por uno u otro reclamo lo cual ha producido un cierto grado de experiencia  en el ejercicio efectivo de la movilización y con ello una diversidad de organizaciones que se han formado bajo ese paraguas de la lucha.

Asimismo ese despliegue ha puesto sobre la mesa una serie de nuevos interrogantes que se presentan cuando esas conquistas, el mismo sistema y por otros mecanismos del Estado de los monopolios y sus gobiernos, intentan arrebatarlas.

Ese debate y esa inquietud comienzan a responderse cuando aparece en escena el por qué luchamos. Entonces esos enfrentamientos comienzan a tener un sentido revolucionario, sabedores que las fuerzas obreras y populares se preparan en la lucha para la Revolución.

Desde esta posición introductoria entendemos que la unidad se construye fundamentalmente allí en donde nuestro pueblo ha dado enfrentamiento y ha generado de una u otra forma organizaciones, que producto de todo ello necesitan como pez en el agua unir fuerzas desde “el pie”, como dice la canción. Es decir desde lo más profundo de nuestro pueblo.

Por otro lado, ese proceso que se está dando en todo el país, esa necesidad de unidad que anida  en todos lados necesita identificarse con un proyecto revolucionario, de carácter nacional que sin perder la impronta de esa lucha bien ligada a los problemas se sienta y sea parte de una fuerza y un torrente que “pegue con puño cerrado”

Nos encontramos en una etapa inicial de la unidad, pero ahora desde una calidad diferente, nos vamos encontrando desde la lucha concreta en cada lugar las fuerzas y el potencial ya existente bajo el paraguas del ejercicio efectivo de la Democracia Directa en camino hacia la Revolución.

En este “nacimiento”, si es que así se lo puede llamar, los revolucionarios no nos deberemos encandilar por una unidad sin arraigo efectivo en las masas, lo que se está haciendo es producto de la lucha y es lo que garantizará el poder de movilización y organización política de lo que venga. Es saber que esa unidad es para la lucha y que el mismo ejercicio de la Democracia Directa aparece efectivamente como antagónico a la propuesta del sistema capitalista que es la “democracia” parlamentarista con letras minúsculas.

La unidad política revolucionaria nacional que se está forjando tiene que hacerse realidad en cada zona en cada región en cada provincia, es la garantía de que en lo nacional se robustezca como alternativa de todo el pueblo. Estamos en condiciones de dar ese paso, de impulsar en cada lugar en concreto el encuentro de fuerzas que nacionalmente ya nos hemos encontrado y volver nacionalmente con más expectativa.

El encuentro de fuerzas, la unidad desde abajo tiene lenguaje directo, es decir la lucha, lo cual nos permite desplegar enfrentamientos  efectivos, organizar las fuerzas del pueblo y volver al ruedo desde nuevas acumulaciones. Esa unidad nacional comienza a cobrar sentido revolucionario y rompe con la idea de unidad de fuerzas por arriba sin sustento en las masas producto entre otras cosas de estrategias electoralistas propuestas por el sistema del Estado monopolista.

Una etapa de la unidad que requiere probar fuerzas desde cada lugar en donde existan masas dispuestas  al reclamo económico y político y que se sientan parte de un gran movimiento revolucionario nacional pegado indisolublemente a las aspiraciones de cambio que nos invade el corazón a todos los argentinos.

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