Gobierno y bicicleta financiera

En las últimas semanas, un capitalista que tenía un millón de dólares los vendió a $ 11,50 obteniendo en el cambio $ 11.500.000. Ese mismo capitalista depositó esos pesos en un banco, mínimo a una tasa anual del 30%, por una semana y al retirar los pesos del banco obtuvo $ 11.572.450; con esos pesos fue al mercado del dólar, que había bajado a $ 10.60, y compró algo más de U$S 1.091.000.

Resultado: el millón de dólares original le otorgó a nuestro capitalista, en una semana, una rentabilidad de casi 9% en dólares, rentabilidad que muy pocas inversiones pueden ofrecer en el mundo en ese lapso de tiempo.

Sirva este pequeño ejemplo, para tomar una dimensión de la escandalosa especulación financiera que el gobierno “nacional y popular” está permitiendo a partir de las últimas medidas económicas.

Como lo dijo la Presidenta más de una vez, los que se “la llevaron con pala” esta última década tienen ante sí la forma de multiplicar sus capitales varias veces en una semana, mientras a los trabajadores se nos quiere imponer límites a nuestros legítimos reclamos de recomposición salarial. Una y otra cosa van intrínsecamente unidas porque las ganancias de los capitalistas están garantizadas por el mismo Estado monopolista que hoy le niega aumentos a los docentes con el falso planteamiento de que hay que cuidar las cuentas públicas.

Aquí no se trata de la falsa contradicción producción-finanzas. Una de las características peculiares del capitalismo es la especulación. No hay un capitalismo productivo y uno financiero; los dos son parte de un mismo proceso en el que los negocios de uno y otro sector se encuentran fusionados y caminan por sendas que se entrecuzan permanentemente. El capital busca el máximo rendimiento en el menor tiempo posible y es el mismo capital productivo el que se deriva a las finanzas y a la especulación y viceversa. Por lo tanto, los que se están beneficiando de esta nueva bicicleta son los bancos y las empresas que por otro lado cacarean e intentan asustar con suspensiones y despidos para que no reclamemos por lo nuestro.

Esta intentona encuentra al proletariado en posición de combate. No hay discurso ni amenaza que logre derribar la firmeza de los reclamos y las luchas. La burguesía la tiene muy complicada y la disputa política ha comenzado con importantes triunfos como el de Valeo de Córdoba. Los miles de conflictos que se están macerando en la totalidad de nuestra geografía cuentan en su haber con este espaldarazo del actor fundamental de la lucha de clases.

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