La lucha de los obreros de Valeo puso blanco sobre negro que el camino hacia la revolución se transita con la metodología que ellos pusieron en práctica sin permiso del sindicato (más precisamente contra las tramoyas del mismo), ni de las leyes burguesas, ni del gobierno, en donde la asamblea constituyó el órgano soberano resolutivo y ejecutivo de toda la acción de la clase, en donde se practicó la democracia directa y no hubo lugar para ninguna reglamentación de la burguesía que se interpusiera a la voluntad de los obreros. Simultáneamente, los obreros supieron combinar otro tipo de organizaciones que, respetando las decisiones de la asamblea, contribuyeron y contribuyen al accionar antes, durante y con posterioridad al conflicto.
Así, tanto la empresa como el Estado al servicio de los monopolios y el sindicato de la UOM se vieron inermes e impotentes para actuar en el marco de las instituciones cuando pretendieron imponer la conciliación obligatoria. Los obreros la rechazaron y, tanto el Estado como la patronal, se vieron privados de aplicar, por ejemplo, mecanismos legales de sanciones tales como quita de personería jurídica y otras ya que la lucha estaba siendo ejercida por una organización de obreros totalmente independiente que no tenía ninguna reglamentación del Estado.
Con la experiencia de Valeo se abrió franca una instancia que ya se venía insinuando en sectores de la vanguardia del proletariado y que, fundida a las ideas revolucionarias, barre impetuosamente, con la tutela burguesa sobre la clase obrera impuesta a través de los sindicatos cerrando, además, las puertas al oportunismo y al reformismo.
Recordemos al respecto que en su nacimiento, los sindicatos fueron organizados por la propia clase obrera y constituyeron herramientas, independientes del poder burgués, de la más amplia unidad de clase que servían a los obreros para las luchas por sus reivindicaciones. Estas organizaciones obreras se regían con sus propias leyes y reglamentaciones. Los obreros y trabajadores sindicalizados decidían autónomamente el funcionamiento de los sindicatos, la elección de sus autoridades, así como el destino y la administración de los fondos que aportaban sus afiliados. Mediante las legislaciones y reglamentaciones estatales sobre el funcionamiento de los sindicatos, la burguesía ha transformado a los mismos en apéndices suyos, pues interviene activamente en la vida de estas organizaciones, mediante el Ministerio de Trabajo fiscaliza los procesos electivos de sus autoridades, intercede en el manejo de los fondos recaudados, y hasta nombra interventores en caso de conflicto interno. De tal forma ejerce el poder legalizado desde el Estado y anula la independencia de clase de la herramienta sindical, lo cual viene haciendo durante décadas.
El conflicto de Valeo, con su organización independiente, rescata la independencia de clase y da forma a lo que viene insinuándose desde hace tiempo en la clase obrera. Instituye la asamblea como autoridad soberana y transforma el papel de los delegados recuperando la esencia de los mismos. Más claramente, los delegados son ahora delegados de la asamblea de obreros y no “delegados” de la estructura sindical. Es decir que estos delegados que, por otra parte vienen despuntando en distintas fábricas a lo largo y ancho del país, vienen a expresar las aspiraciones de los obreros y las decisiones aprobadas con la democracia directa en la asamblea y ejecutan los mandatos emanados de ésta.
Estos delegados se contraponen al concepto del “delegado” sindical que viene a imponer a la asamblea las decisiones del gremio tomadas conjuntamente con los directores y gerentes de la empresa con el fin de engañar, frenar las luchas, echar a los “revoltosos”, ahogar la organización independiente, etc.
El conflicto de Valeo vino a poner de pie lo que estaba de cabeza. Esto no se habría logrado sin el concurso de las ideas revolucionarias que vienen fundiéndose con el movimiento obrero. Este obstáculo que impedía lograr la independencia de clase, no habría sido posible superarse desde una acción netamente reinvindicativa ausente de una visión política revolucionarias. Es por eso que el desarrollo de la independencia política de la clase obrera, el poder ejercido desde la lucha y los objetivos de liberarse del agobio de la explotación y alcanzar una vida digna, están firmemente ligados a las ideas revolucionarias y a una metodología de clase inequívoca que es la que se ha practicado en Valeo y que va creciendo a lo largo y ancho del país en decenas de centros fabriles y laborales.