Las permanentes movilizaciones, paros y protestas sociales que hoy dominan en las ciudades y rutas chaqueñas han arrinconado a la burguesía en la crisis política más profunda de los últimos 30 años.
Pero el actual presente de lucha de las clases populares no ha sido el producto de un “despertar de las masas a la conciencia” como consecuencia de un análisis de situación, sino fruto de una larga lucha donde el pueblo probó y ensayó diversos caminos en búsqueda de la solución de las más elementales reivindicaciones humanas.
Lucha que se desarrolló en el marco de la política más salvaje y despiadada de la clase dominante. Política donde el hombre sólo es una mercancía despojada de toda humanidad para optimizar las ganancias globales de la oligarquía financiera.
Es así que las reivindicaciones históricas y necesidades inmediatas de los pueblos originarios, fueron usadas políticamente para el engaño y puestas en vidriera para ser lastimosamente vendidas al Banco Mundial y otras instituciones internacionales que “compraron” para mostrar que el capitalismo tiene “algo de humano”. Dispusieron millonarios proyectos a través de ONGs, que generaron opulentos negocios para la burguesía y funcionarios políticos y una holgada forma de vida para “buscas” que se presentan como “progres”. Al tiempo que el silencio ocultaba el exterminio racial y despojaba a las comunidades de 2 millones de hectáreas de su pertenencia ancestral.
Política que “elevó” a gran parte de los pobres, particularmente jóvenes, al escalón de miserables. Despojados de todo futuro, presos del paco y el delito, reprimidos, usados por los punteros políticos y estigmatizados por el sistema para justificar la implementación de políticas represivas sobre todo el pueblo.
Así lo hizo también en los nuevos “parque industriales” -la joya a mostrar a la hora de sostener la mentira de que el desarrollo capitalista es progreso para la humanidad- proletarizaron centenares de pobres elevándolos al rango de explotados. Donde los salarios son los más bajos del país, la humillación y el manoseo es lo cotidiano y donde se violan las propias leyes laborales de la burguesía y las mínimas condiciones de seguridad e higiene.
Trabajaron sin descanso para, desde el asistencialismo, corromper la dignidad de los trabajadores desocupados organizados de los movimientos sociales y convertirlos en un apéndice de sus políticas clientelistas y aislarlos de la sociedad a la que pertenecen.
Pretendieron hacer sentir “la culpa de tener trabajo” a los trabajadores de la administración pública, justicia, docentes, salud y así aceptar precarizados contratos y salarios miserables.
Desde la lucha y la movilización el pueblo fue “descolgando los cuadros” de todas las mentiras y las hipocresías del poder. Desenmascaró los falsos profetas que prometían “equidad y justicia”. Y en mil paros, cortes y protestas se organizó y creyó en sus propias fuerzas. Aprendió que no es hora de lloriqueos ni lamentos y, dejando las miserias en casa, avanza, en el paro, en las calles, en las rutas, en la lucha toda, hacia la unidad capaz de disputar el poder político económico y social a los grupos oligárquicos financieros que dominan y destruyen nuestro país.
Éste es el humilde aporte que hacen los trabajadores y el pueblo de la provincia que alguna vez fue caratulada como “inviable” a la lucha de clase nacional y a la alternativa revolucionaria El Llamamiento 17 de Agosto.