Hacia finales de septiembre del año pasado, la automotriz Toyota anunció una “inversión” de 800 millones de dólares para su planta de Zárate; se trata del monto más importante de la última década “inyectado” en el sector automotriz. El último conocido lo había realizado General Motors en 2012 y fue de u$s 450 millones.
Fundada en 1994, Toyota Argentina inició su producción en Zárate en 1997, convirtiéndose en la primera inversión de origen japonés del sector automotriz en el país. Actualmente produce la pick up Hilux y la todo terreno SW4. El 70% de su producción es exportada. Además, en el mercado local vende el sedán Corolla, y lanzó el Etios, con el que compite en el segmento de los automóviles compactos.
Toyota y el gobierno a su servicio declaran que el objetivo de esta “inversión” es aumentar su capacidad de producción en un 50%.
El proyecto prevé la construcción de 115.000 metros cuadrados de nuevos edificios, 131.000 metros cuadrados de playas logísticas, una nueva planta de autopartes en la planta de Zárate (producción in house), una nueva línea de pinturas ED (cataforesis) y 4,3 kilómetros de caminos de acceso a la planta). Además, se instalará una subestación transformadora dentro de la propia fábrica.
En su momento, el anuncio fue realizado por el CEO regional y el presidente de la empresa, reunidos con la presidenta Cristina Fernández y la ministra Débora Giorgi, en la Casa de Gobierno.
Al hacer referencia a la “inversión”, desde Toyota señalaban que “la capacidad de producción de Toyota de Argentina está aumentando en línea con el crecimiento de la demanda prevista para América Latina”; y que esto “evidencia una clara señal de confianza hacia la Argentina y su gente… reafirmando una apuesta al crecimiento del país y trabajando en pos del desarrollo de la comunidad mediante la inversión, el crecimiento y la creación de nuevos puestos de trabajo”.
Tras aquella audiencia, la ministra Giorgi comentó que “el acuerdo de inversión se viene trabajando hace un año con la empresa” y que «no sólo Toyota internacional se comprometió a las inversiones y aumentar las fuentes de trabajo, sino que el Estado va a otorgar un crédito del Bicentenario, y los trabajadores se comprometieron a seguir produciendo más». Por su parte, el titular de Smata, Ricardo Pignanelli, afirmaba que “el acuerdo de inversión se pudo lograr gracias a los compañeros que trabajan en la empresa, es un ejemplo de que si queremos, podemos».
Todo “muy lindo” y hasta “emocionante” podría decirse, pero bien vale la pena conocer en esencia de qué “inversión” están hablando…
Hoy podemos afirmar que de los 800 millones de dólares, 500 los pone el Estado a través de un préstamo, sumado a una amplia eximición de impuestos a la empresa.
Acá está el huevo y no lo pisen, podría ser un perfecto refrán que acompañe esta situación. Una empresa monopólica, multimillonaria en ganancias, es beneficiada directamente con plata que ponemos todos nosotros de nuestros bolsillos.
Desde el discurso oficial (empresa, gobierno y sindicato) se plantea hoy que van a pasar de 96 mil unidades anuales a 140 mil; hoy con 5.000 personas y después 6.500. Esa es la zanahoria…
Pero lo que perciben los trabajadores es que en realidad van a ser muchos menos, porque el verdadero plan de la empresa es aumentar la producción por trabajador. Es un hecho de que a los jefes de sección hoy los están apretando para bajar la cantidad de puestos, y que además hay compañeros con más de un año de contratados…
En síntesis, el “plan de inversión” de la empresa es mayor explotación a sus trabajadores en beneficio de sus bolsillos. Esta es y ha sido la política de Toyota y sus gobiernos.