Si hay algo que por estas horas preocupa a la burguesía es la falta de credibilidad a las Instituciones del Estado Capitalista, pero si hay algo peor a ello es que esa Institucionalidad comience a ser reemplazada por otra Institucionalidad.
Hasta ahora, los desmanes del poder Burgués contra el pueblo tenían como respuesta formidables luchas, gestas, unas más conocidas que otras, ponían frenos constantes a la gobernabilidad de los monopolios.
Esas luchas, más ganadas que perdidas, lo condicionaron todo, crecieron en práctica miles y miles de compatriotas, conocieron al enemigo por propia experiencia y comenzaron a masificarse nuevas inquietudes de ese gigantesco movimiento revolucionario de masas.
Por propia experiencia, se pasó por la conquista en sí misma una y otra vez. No casualmente, los revolucionarios que hemos participado en una parte de todo ese proceso, jamás hemos dejado de insertar ideas que apuntaron a la necesidad de una salida revolucionaria.
Nada fue en vano, nos encontramos en una etapa de la revolución en donde la experiencia de lucha de ese gran movimiento revolucionario que contienen las masas en sí mismas en su lucha objetiva y material contra los gobiernos de los monopolios se va encontrando con las ideas de la revolución, se comienza a sentir que ya una lucha ganada no se pierde en el horizonte sino que comienza a acumular en el proyecto revolucionario.
Es en este sentido que va adquiriendo un valor notable la lucha cuando ella va tomando una forma de Institucionalidad dada por la autoconvocatoria, la democracia directa y un estado asambleario permanente. La marcha de un doble poder al de la burguesía que aprovecha todo lo que tiene por delante pero bajo la dirección aplastante de las mayorías. Esa Institucionalidad se está expresando aún aisladamente, muchas por propia experiencia de ese movimiento de masas revolucionario, y muchas otras con la acción de los revolucionarios.
Esa Institucionalidad, ese estado asambleario del pueblo en cada lugar, y que de allí se está expandiendo a los centros más cercanos contagiando esa metodología, tiene mucho camino por recorrer. Pero si de algo se destaca este gran fenómeno es el grado de organización que adquieren, ya sea en hechos precisos y concretos como cuando ellos van teniendo vigencia en el tiempo.
Estas nuevas Instituciones del pueblo son revolucionarias porque de hecho reemplazan a las instituciones de la burguesía. Es lo que está pasando en la profundidad de nuestro pueblo y es la esencia de lo que genera la crisis política de la burguesía.
El poder está advirtiendo que la lucha con nuevas Instituciones que tiene el pueblo es lo revolucionario, es lo determinante en este proceso y se abre una etapa de calidad diferente en el enfrentamiento de las clases, sienten que ya no es lo mismo para el pueblo luchar sin un punto de acumulación política revolucionaria que cuando esa lucha comienza a tener un norte que es la revolución, basada en el poder directo del pueblo y ve que con su propia experiencia es posible derrotar al poder burgués.
El paso que falta, es que esas instituciones sean permanentes y allí están las tareas de los revolucionarios.
Hay mucho por hacer, eso es muy cierto, pero los tiempos y los vientos están cambiando a favor de la revolución y habrá que continuar con la tozudez, con la perseverancia en un momento de crisis política del poder burgués incapaz de vertebrar una salida política a las necesidades de nuestro pueblo.
Solo la profundidad y masividad que está adquiriendo la nueva Institucionalidad del pueblo podrá garantizar que la lucha por el poder vaya gestando en sus entrañas el carácter del Estado Revolucionario, cuyas Instituciones serán la continuidad de lo que hoy se está haciendo con democracia directa y asambleas que deciden por sus más profundos intereses y por su integridad como seres humanos.