Los ajustes en la producción de bienes y servicios que los capitalistas deben realizar periódicamente para afinar y mantener su tasa de ganancia, siempre tienen como pato de la boda a los trabajadores. Los despidos, las suspensiones, la extorsión para “mantener la fuente de trabajo” a costa de sacrificar conquistas son parte de esos ajustes y, además, parte de las políticas que la burguesía se da para intentar coartar, limitar y prohibir la organización independiente de la clase obrera.
Esta situación el proletariado la vive y la ha vivido históricamente y es, podría decirse, la matriz de la lucha de clases en la que los poseedores de los bienes de producción acrecientan su riqueza a costa de acrecentar la explotación y el oprobio a los desposeídos.
Precisamente, lo que está ocurriendo en muchas fábricas de nuestro país es lo que planteamos más arriba y lo que venimos analizando en muchos de los artículos y de la propaganda de nuestro Partido.
Una vuelta de tuerca más de las intentonas burguesas por descargar sus crisis sobre nuestras espaldas deben hacernos pensar y reflexionar en el papel de los obreros revolucionarios y de la clase obrera como tal, en qué lucha nos proponemos llevar adelante, más allá de la lucha cotidiana por la subsistencia y el mantenimiento de nuestras familias, la lucha por los reclamos más sentidos y por los derechos que sólo con la misma se les puede arrancar a la clase dominante. Lo que debemos poner sobre la mesa es una discusión abierta con nuestros hermanos de clase acerca de la necesidad de avanzar y desarrollar la incipiente organización política de la clase obrera para que, de una vez por todas, la lucha ya no sea solamente por “mejorar” las condiciones de nuestra explotación sino terminar con la explotación.
Muchos podrán decir: “Justo ahora que nos despiden o nos suspenden vos me venís a hablar de eso”; justamente, estos momentos de la lucha de clases nos ponen frente a la realidad más cruda sobre como actúa la clase burguesa en su conjunto para atacar los intereses y la organización de la clase obrera en su conjunto; no es un lucha contra el patrón que nos explota todos los días sino contra toda la burguesía. Mientras no terminemos con el régimen de explotación burgués, mientras no acabemos con el sistema capitalista para construir un sistema que ponga al ser humano como prioridad y no al dinero y la ganancia, seguiremos siendo los convidados de un festín en el que la burguesía solamente nos cuenta como servidumbre.
Estos debates deben darse en forma frontal, directa, sin medias palabras, incluyendo el debate sobre el papel de la clase obrera como la única clase capaz de levantar un proyecto para su liberación y para la del conjunto del pueblo. Aquí, la propaganda de las ideas y los fundamentos revolucionarios es esencial, en todas sus formas y de todas las maneras posibles; el obrero conciente de estas ideas y de la necesidad histórica de la revolución debe ser el tribuno que lleve a cada rincón de su clase y del pueblo las mismas, acompañadas permanentemente de las políticas y las iniciativas de acción para cada momento concreto.
Terminamos estas líneas con un fragmento de un discurso de uno de los grandes obreros revolucionarios que parió la lucha de clases en la Argentina: Agustín Tosco. En la misma, está condensada con claridad meridiana lo que intentamos transmitir en esta nota y lo que debemos transmitir a nuestro proletariado.
…»El rol de la clase obrera no es participar como socio menor y subalterno en las esferas del poder de la oligarquía y de la reacción, sino impulsar las transformaciones revolucionarias que cambien en profundidad este sistema de opresión, de explotación y miseria. El papel de la clase obrera es ser vanguardia organizada y combativa de los demás sectores populares para lograr la liberación social y nacional de los argentinos».