Un techo que tapona la voluntad y el espíritu revolucionario del proletariado

La paulatina aparición, en los últimos meses, en el escenario político, de la clase obrera industrial, más allá del sistemático ocultamiento mediático, manifiesto  en la conducta casi desesperada de la débil y temerosa burguesía y su gobierno por intentar frenar el alza de la conflictividad en las centros industriales producto de la crisis económica y política, hace que el actual periodo de lucha de clases asuma rasgos peculiares.

Los múltiples conflictos desatados por despidos, suspensiones, contra el impuesto al trabajo, reorganización de las jornadas laborales para reducir el salario, por reapertura de paritarias, etc., junto al creciente rechazo a las instituciones de la burguesía y sus políticos, hacen que de todo el movimiento asomen nuevas experiencias clasistas que desbordan los estrechos límites de la lucha sindical y asomen a la lucha política.

De las experiencias más avanzadas de la clase obrera se desprenden dos nuevos fenómenos; por un lado, deja fuera de foco a la dirigencia obrera con mentalidad sindicalista especulativa que busca el “momento oportuno” en la dinámica de la producción para avanzar con los reclamos dado que la crisis económica los pone frente a la inmediatez de la lucha. Y por otro, grandes sectores empiezan a visualizar la necesidad de una solución política para los problemas que enfrentan.

Todo esto junto al avance en las organizaciones de base y práctica de la democracia obrera efectiva donde participan y deciden las mayorías en asamblea han hecho que con el conocimiento de las privaciones y sufrimientos que conlleva el enfrentamiento, las mayorías han abandonado de las miserias individuales y del cálculo de los costos en función de los intereses del conjunto, haciendo que hoy se la puede caracterizar de heroicas en la actual etapa del enfrentamiento clasista.

Pero sin disimulos ni eufemismos se debe decir que estas heroicas luchas han tocado un techo que tapona la voluntad y el espíritu revolucionario del proletariado. Y ésta es el aun débil desarrollo de la organización y falta de extensión del proyecto revolucionario de la clase obrera y todo el pueblo. En donde el papel central lo ocupe la organización política de toda la clase obrera que se extienda, tejiendo la unidad política, por todos los cordones y parques industriales. Que unifique políticamente, en la acción, desde la más pequeña hasta la grande, las luchas y sea el sitito de acumulación de fuerzas que se convierta en razón y argumento para que miles de obreros estén dispuestos, como lo hicieron en el pasado, a afrontar cualquier reto que imponga el devenir de la lucha de clases y haga que todo lo económico y material signifique muy poco en com­paración con los ideales de la revolución.

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