La contundente huelga general activa llevada adelante hoy por los trabajadores belgas contra las políticas de ajuste, reducción salarial y recortes de derechos políticos, que por estas horas ya ha paralizado la totalidad de la producción y los servicios en el país, obligando incluso al gobierno a cerrar su espacio aéreo y la huelga general en Italia del último viernes, que lanzó a las calles de más de 50 ciudades a millares de trabajadores por las mismas razones, juntito a las huelgas de las últimas semanas en Grecia y España y la permanente conflictividad en todo el continente, ratifican la voluntad de lucha de los trabajadores y los pueblos europeos contra las salvajes políticas de la oligarquía financiera agudizando, aún más, la crisis política que el sector más concentrado de la burguesía sufre globalmente.
La movilización y la alta conflictividad de los trabajadores, al igual que en el resto del mundo, han puesto en la mesa de debate de los trabajadores la búsqueda de una salida a la crisis política y social en que los ha encajonado la clase dominante.
Jaqueada toda la estructura de dominación en el terreno de las ideas junto a sus burocracias – partidos políticos y estructuras sindicales- desde el paraguas del Estado de los monopolios, lo único que tienen para ofrecer son las viejas recetas de conciliación de clases disfrazadas de “concertación” y “paz social” que sólo han servido para dilatar en el tiempo los anhelos de cambios de los pueblos y darle aire al capitalismo rapaz.
Es en un escenario caótico, como es el de la lucha de las clases, donde se entrecruzan y confrontan los intereses de todos los sectores y clases populares en un esfuerzo por romper con los mandatos burgueses es que, de un fuego nunca apagado, resurge la revolución social como alternativa cierta.
Este revivir de las ideas revolucionarias y su presencia en la lucha política alienta a la clase obrera internacional en su lucha emancipadora que montados en los infinitos lazos generados por el capitalismo global empiezan a visualizar la posibilidad de también globalizar la confrontación.
El futuro está en manos de la clase obrera y los pueblos, y de la lucha entre lo viejo y lo nuevo, de sus experiencias en el camino de la revolución, de sus aciertos y errores, sin dudas, surgirá el nuevo paradigma que oxigenará el espíritu de cambios de la humanidad.