La mentira de la «inclusión», una idea presidencial y del «progresismo» burgués

Junio de 2014 fue un mes donde conflictos como los de GESTAMP y LEAR ponían a la burguesía contra las cuerdas. Los trabajadores de estas plantas en durísimos enfrentamientos le decían no a los designios empresariales y una tras otra las iniciativas patronales eran derribadas como castillo de naipes y sus contradicciones crecían a medida que los trabajadores endurecían  sus acciones.

El saldo no fue del todo favorable para los trabajadores pero, desde esos días, la burguesía con el «proyecto nacional y popular» quedó empantanada en sus intenciones de  embaucar a la clase obrera a gusto y piacere.

Desde Río Gallegos, la Presidenta lanzaba una forzada  declaración de principios: “No le hagan el juego a quienes sueñan con la toma del Palacio de Invierno…. Hoy los problemas se resuelven en un mundo hecho de la exclusión no de la explotación el símbolo de una época”. En criollo: el problema no es más la lucha de clases sino la convivencia con el capitalismo en una inútil carrera de pretender terminar con los males del mundo -como la pobreza y el hambre- a través de políticas de “inclusión”.

Embelesados por el triunfo de una coalición de izquierda radical en Grecia – hecho que puso en jaque nuevamente al capitalismo en el plano internacional-, el campo «progresista» sale desesperadamente a hacer analogías o interpretaciones a preguntas que nadie hace. Esto deja al desnudo una sola preocupación que hoy empaña los ojos de la oligarquía que es la lucha de clases. No conocemos en detalle pormenorizado lo que pasa en Grecia pero conocemos lo suficiente para entender que la movilización del pueblo griego le dijo no al ajuste, en esta marea y en un contexto donde la preocupación pretende ser desviada hacia temas como el conflicto con medio oriente, el terrorismo, etc., etc.

El fin de la hegemonía capitalista comienza a ser un hecho palpable para los pueblos del mundo y la desesperación por ocultar esta realidad por parte de la burguesía es proporcional al avance del campo popular y los trabajadores del mundo. El juego podría llamarse: «Cómo no cuestionar al capitalismo ¡Cooomenzando Ya…!» ¿Ud. entiende griego? No, ¿verdad? ¿Tiene algún vecino o amigo que entiende griego? ¿No? Bueno, no se preocupe, prenda la radio o la tele, está lleno de intérpretes que se recibieron en pocos minutos que le pueden decir a Ud. lo que en ese país pasa o, lo que es mejor, lo que piensan los millones de habitantes de ese milenario país.

Afortunadamente para todos la interpretación de los sucesos históricos hoy no requiere de la tergiversación que pretende instalar la burguesía porque lo que pasa en Grecia es lo mismo que pasa aquí o lo que pasa en tantos pueblos del mundo. Es exactamente lo mismo pero en otro idioma.

Sin embargo, agarrados de los pronunciamiento de Alexis Tsipras –referente político de la coalición de izquierda griega-, aquellos quienes pretenden pensar por Ud. –economistas progresistas en su mayoría-  arremeten con el mismo discurso que pronunciara Cristina Kirchner en Rio Gallegos: el paso dado por el pueblo griego no es un cuestionamiento a la explotación capitalista sino la «convivencia» con este sistema con políticas de inclusión, una alternativa al capitalismo, un nuevo capitalismo. ¿Le suena?.

El capitalismo no incluye a nadie para el disfrute. No es su esencia. Por el contrario, es una competencia, una carrera de lobos que no contempla ni siquiera la convivencia entre los mismos capitalistas. Las guerras se originan por estos mismos preceptos. La destrucción ocasionada por la competencia. ¡¿Cómo se puede pretender o sostener la mentira más grande del mundo que es que alguna vez nosotros nos veamos incluidos en sus disfrutes?!

Hay una sola forma en la que el capitalismo contempla la inclusión de los recursos del planeta y a los seres humanos. ¡Una sola forma! Y esto es una verdad irrefutable. El capitalismo incluye a la clase obrera y a pueblo a través de la explotación. Los capitalistas lo saben y estudian los comportamientos de los pueblos, no ceden ni un cm. de terreno –esto tengámoslo en claro- pero crean espacios de “poder” que se pueden ocupar para cuestionar, sin cuestionar, tales como los espacios parlamentarios, para que, de esta manera, la contradicción fundamental que es la lucha de clases siga relegada, oculta.

No vamos hablar por Alexis Tsipras ni por el pueblo griego ya que, en ese sentido, tenemos a nuestros propios exponentes que pretenden, desde el espacio parlamentario, dirimir esta contradicción, con un análisis «profundamente marxista» pero con prácticas propias de la burguesía ya que, de la misma manera, disocian la política y la economía como dos cuestiones que nada tienen que ver entre sí y dan origen al peor contrabando ideológico.

Éstas son actitudes que sólo tienen como objetivo dar oxígeno a la dominación capitalista y son parte de las perversas maniobras de la burguesía. Y no sería sorpresa que en este tren podamos contar hasta con una representatividad pseudomarxista para una convivencia lícita con el capitalismo –para expresarlo burdamente- .

La lucha de clases que se dirime en otro terreno y con sus actores fundamentales que son la clase obrera y el pueblo contra los dueños del capital, pone blanco sobre negro a estas contradicciones. Cuestiona de cuajo y avanza claramente al punto neurálgico del problema porque ataca a los intereses capitalistas, a su economía. Porque, desde la óptica verdaderamente revolucionaria, el aspecto económico de fondo es un problema político, pues contrapone a las dos locomotoras de la historia una contra otra. A la clase obrera y el pueblo por un lado y a la burguesía por el otro.

Los conflictos como los de GESTAMP, VALEO y las centenares de movilizaciones autoconvocadas que ocurren todos los días son las que cuestionan y se oponen verdaderamente a la hegemonía capitalista, lo cual deja cada vez más en claro, con la activa participación de sus actores principales, que la única forma de inclusión para el disfrute que pueden lograr la clase obrera y el pueblo es logrando la destrucción total del sistema capitalista.

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