La burguesía lo sabía: Israel se cargó la AMIA y su propia embajada

La opinión de la Presidenta vertida el día domingo en su último discurso en la Cámara, en lo relacionado al atentado a la AMIA y la Embajada de Israel, entre otras cosas, y sin indirectas, formuló la teoría de la responsabilidad sobre dichos atentados a Israel, en la más clara demostración del oportunismo y desinterés por la vida humana. ¿Cómo es que después de 11 años un sector de los monopolios, tan sólo porque la política lo exige en función de los negocios salen a afirmar algo que desde el vamos se presentaba más que evidente? ¿Cuál va a ser la postura de Israel?; cuando por mucho menos que eso, Israel ya hubiese roto relaciones. Y si la Presidenta se siente tan envalentonada para hacer tremenda afirmación pública, lo menos que podemos exigir los argentinos es que rompa relaciones con Israel.

Por otro lado, ¿dónde está la prensa burguesa, opositora y oficialista, ante tremendo escándalo? ¿Le están exigiendo al gobierno, los grupos como Clarín y La Nación, la investigación y ruptura con el gobierno de Israel? ¿O acaso los mismos medios no conocen el prontuario guerrerista y fascista de ese país?

Es que todos saben la vedad desde un principio. Como lo afirmara acertadamente en su momento nuestro Partido, que la pista del atentado a la AMIA había que buscarla en Israel. Lo que pasa es que nadie saca los pies del plato; se tirarán unos tiritos de salva, unos fuegos artificiales, tratando de ver de qué se disfrazan, porque la verdad es que están sumergidos en una tremenda crisis política, hacen agua por los cuatro costados, y vuelven a quedar como el avestruz. Argentina ahora recostada sobre China y un sector de Estados Unidos tratando de hacer negocios con Irán. Todo un verdadero berenjenal.

Por eso nada nos debe sorprender, incluso que debamos soportar nuevas aventuras como la de la AMIA en nuestro territorio, pues si una mandataria de un país hace tal aseveración y resulta que es como si nada hubiera pasado, nos termina dando un claro semblante (más allá de todas las calamidades que padecen los pueblos) de quiénes son los enemigos del pueblo; éstos que están plagados de mentiras, tergiversaciones o silencios, intentando justificarse para darle vía libre a la dominación y sus negocios. Tratan de tomar iniciativas que definan momentos de negociaciones, de guerra o de paz. No tienen el más mínimo escrúpulo cuando los negocios “se resuelven”, dan una vuelta de página y a otra cosa. Para los monopolios, la justicia y los muertos son sólo una fábula.

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