La virulenta disputa en todos los terrenos a nivel mundial de los distintos sectores de la oligarquía financiera por la apropiación y concentración de la plusvalía generada por millones de trabajadores no cae, por el contrario, se agudiza al ritmo en que la lucha de clases profundiza la crisis política de la burguesía. Y nuestro país no está ajeno a esos fenómenos.
La vieja pretensión por parte de Monsanto, montado en las expropiadoras “leyes de propiedad intelectual”, de cobrar regalías por el uso de la biotecnología incluida en las semillas de soja “RR2 Pro” o “Intacta” se ha materializado en el reconocimiento político de este “derecho” por parte del gobierno dando vía libre a la multinacional a acciones para la concreción del cobro del canon por cuenta propia de la ya llamada “cláusula Monsanto”.
En lo que va de la presente campaña sojera la multinacional ejerciendo como fiscalizadora del Estado, ha instalado (con apoyo de otras empresas del sector) “aduanas” propias para el testeo de camiones a fin de detectar la mencionada biotecnología incluida en las semillas.
Ha intentado que en los boletos de compra venta de granos se incluya “una cláusula en los contratos de compraventa de granos por la cual el vendedor acepta que el comprador descuente y retenga el importe de regalías que pudiera corresponder por la presencia de tecnología patentada por terceros” de tal manera que los acopiadores se conviertan en agentes de retención del monopolio. Lo que ha producido un contundente rechazo del sector en defensa de sus intereses corporativos y contra la ilegalidad de la medida.
Pero la cosa no termina allí. Mientras el gobierno, con discursos altisonantes, “hace como que” toma cartas en el asunto, Monsanto no duda en extorsionar y chantajear a sus pares de clase para alcanzar sus objetivos. Un ejemplo más que confirma que el Estado se sujeta a los intereses que imponen empresas transnacionales.
El hecho concreto es que, bajo amenaza de bloquear los envíos en puertos de China y Rusia, logró que desde el viernes último cada cargamento de soja que sale del país de la mano de Cargill, Bunge Argentina, AGD, Dreyfus, Vicentín y Molinos Río de la Plata, sea analizado por la multinacional para cobrar dicho canon.
La primera expresión que salta automáticamente es decir “que se maten” o “éstas son peleas entre los dueños del poder”. Pero analizando el tema más profundamente, en realidad esto significa una nueva vuelta de rosca en la concentración de un negocio que mueve solo en nuestro país US$17.000 millones, que liquidará y expropiará de sus tierras y capitales a pequeños y medianos agricultores, cooperativas, pequeños acopiadores y semilleros. Concentrará aún más la tierra y toda la plusvalía que devenga la explotación agraria incluida la renta de la tierra.
Monsanto no sólo envenena y mata sino que también empuja a la concentración de capitales y a la expropiación, la proletarización de sectores medios y el empobrecimiento de los trabajadores hipotecando también la salud y el futuro de todo el pueblo.