Madera dura

La industria taninera atraviesa un tiempo de conflictos. Los empresarios expresan que están en crisis, y empujan un ajuste hacia los trabajadores. Los obreros vienen enfrentando estas medidas con decisión y unidad.

La semana pasada comenzó un nuevo round en la pelea entre los tanineros y los patrones del sector. La discusión paritaria inició hace meses, y parece lejos de resolverse.

Los obreros del tanino saben que la inflación se está llevando sus salarios, y están reclamando un 32% de aumento para este año. Pero los empresarios sacan números para aumentar sus ganancias, no para mantener a las familias de los obreros, y ofrecen como alternativa un 15% en dos cuotas. Los reclamos comprenden también las condiciones de higiene y seguridad en los puestos de trabajo, por la contaminación y los riesgos de accidentes que sufren día a día los obreros.

En el caso de Puerto Tirol, vienen rechazando la aplicación de un plan de “reestructuración” del personal de Unitan. Han sufrido despidos selectivos, que buscan adecuar la plantilla a los intereses de la patronal. Primero fueron los trabajadores de más edad (algunos con 25 o más años de antigüedad), pero hoy aparecen despedidos algunos referentes que participan de las medidas de fuerza. En todos los casos, la idea es meter miedo y dividir a los trabajadores.

Los planes de lucha se toman en coordinación entre las plantas de la provincia, que están en Puerto Tirol y La Escondida. Hubo varias jornadas de huelga, conciliaciones obligatorias, discusiones en los despachos de los funcionarios del gobierno. Pero el poncho no aparece. Los tanineros tienen claro que deben mantener la unidad y el enfrentamiento a los patrones, en defensa de su dignidad. Tienen a su favor las victorias que consiguieron en años anteriores, que les permitieron mejorar su situación notablemente.

Dos imágenes indican por dónde viene la pelea. La primera es la de la planta cerrada, sin humo en las chimeneas, con las sirenas silenciadas, pero con los gerentes yendo y viniendo con sus teléfonos y sus caras preocupadas. Están llamando a los patrones de la cámara empresarial y a los funcionarios todo el tiempo. Saben que la mano viene pesada. Por otro lado, los obreros se reúnen en asamblea en el salón del sindicato o el frente de la fábrica. Saben que son fuertes cuando están unidos. Tienen la mirada seria porque están discutiendo el presente y el futuro de sus familias. Pero tienen la alegría de la clase movilizada, acostumbrada a luchar, que sabe que va vencer.

Los obreros del tanino adquirieron la dureza del quebracho con el que trabajan todos los días. Siguen firmes en la brecha

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