Demostrando una velocidad propia de los que se saben devaluados, la dirigencia sindical argentina salió a venderse como “garante” de la paz social como lo hizo el dirigente nacional de La Fraternidad, Omar Maturano.
Así, ofrecen sus servicios de “traidores a la carta” y se presentan ante el que gane la presidencia (no importa el que sea) como un actor indispensable para la gobernabilidad.
Pero este nuevo acto ya había tenido su anticipo unos días antes de las elecciones. En una reunión en el Hotel Castelar, los gerentes sindicales (ver foto) suscribieron un documento que lleva el pomposo título «El Camino de la Unidad para garantizar la Producción y el Trabajo», que en sus partes centrales expresa objetivos como sostener y afianzar el modelo de sindicatos nacionales por actividad; mantener la negociación colectiva por rama de actividad y la convocatoria anual al Consejo Nacional del Salario Mínimo.
Los popes del sindicalismo empresarial ratifican su intención de querer mantener el triángulo Estado-monopolios-sindicatos: Una estructura hecha a la medida de la burguesía para garantizar la superexplotación y la dominación política e ideológica de los trabajadores. Ese es el verdadero significado de la paz social de la que hablan.
Sin embargo, ese triángulo otrora tan poderoso e inquebrantable de otras épocas ya no lo es tanto. Fundamentalmente, porque la organización independiente de los trabajadores, que se viene extendiendo y fortaleciendo desde hace ya varios años, ha demostrado la inutilidad de las caducas estructuras sindicales a la hora de encorsetar y de frenar la lucha del proletariado en su papel de garante del disciplinamiento que tanto necesita el capital. Al punto que han tenido que recurrir a la Corte Suprema de Justicia para “reglamentar” el derecho de huelga y así asegurar que la representación obrera no se escape de los marcos institucionales del sistema burgués.
La paz social que necesitan los monopolios y el nuevo gobierno a partir de diciembre requeriría, además de que la masa obrera tuviera expectativas en estos traidores profesionales, de que el proletariado argentino aceptara mansamente ver cómo los de arriba van por sus conquistas y reivindicaciones con el fin de aumentar o sostener la cuota de ganancia del capital. Pero como lo afirmamos en nuestra nota del domingo pasado ante más disciplinamiento, más rebeldía.
La masividad, la independencia de clase, ir en contra de toda institucionalidad burguesa, la generalización de la asamblea como metodología de organización son las premisas claves para convertir sus intenciones de paz social en un grito de guerra contra toda medida y acción que la burguesía acometa contra los intereses obreros.
Y será el medio por el que se ensanche el camino que ponga al proletariado industrial argentino a la cabeza de las aspiraciones del conjunto de los sectores populares y se materialice la alternativa revolucionaria.