La clase obrera, protagonista y jefa de la lucha de clases

El «viejo topo» de la historia, según la expresión utilizada por Marx, es decir el proletariado, hace sentir su presencia en la arena nacional, como vanguardia de todo el movimiento social contra la llamada política de ajuste de los monopolios y su gobierno, que no es otra cosa que una brutal disminución de los ingresos de los asalariados y una apropiación masiva de todo el dinero convertible en capital que circula en la sociedad, condenando así a los demás sectores a la proletarización y la pobreza.

La extraordinaria movilización de los petroleros y pueblo en Comodoro Rivadavia, Chubut, fue el punto más alto alcanzado hasta el momento en donde claramente se vio el carácter de la lucha de clases: el proletariado al frente de todas las reivindicaciones más sentidas del pueblo que se encuadra detrás del poder de lucha de la clase productora de los bienes materiales.

Pero un proceso político de masas nunca es restringido a una región, a una zona. Una clase tiene identidad nacional, una historia propia y una conducta que, a través de infinitas interconexiones, se amalgaman en una sola masa nacional que en determinado momento hace eclosión en forma inevitable.

Por eso, lo que pasó en Chubut, así como todo el proceso anterior de luchas diarias que contribuyeron al mencionado hecho, ahora el mismo influye en la actitud de, por ejemplo, los choferes de colectivos de Córdoba quienes han desoído la conciliación obligatoria impuesta por el ministerio de trabajo  y el gremio de la UTA y decretaron un paro total del transporte colectivo en aquella provincia.

El conflicto se originó en Autobuses Santa Fe (ver nota de ayer en esta misma página), una de las tres empresas que prestan el servicio en Córdoba y ayer se extendió a las otras dos.

En clara oposición al gremio, los choferes organizados en forma independiente decidieron la medida que pone en tensión a las fuerzas fundamentales que pelean esta lucha de clases: La burguesía monopolista, el gremio, el Estado y su gobierno, por una parte, contra los trabajadores y el pueblo en la otra.

Al igual que lo ocurrido en Comodoro y en los cientos de conflictos diarios que vanamente intentan ocultar los medios masivos, verdaderas herramientas propaladoras de la propaganda del poder, la clase obrera va erigiéndose como la jefa de todos los sectores sociales en la lucha contra la política de los monopolios que no aciertan a dar un paso que los conduzcan al tan ansiado objetivo de amenguar la tensión y poder así disciplinar al pueblo para la obtención de mayores ganancias.

En este marco, se acrecientan y redoblan las responsabilidades de los revolucionarios y, principalmente de nuestro Partido, de instalar las ideas revolucionarias y el proyecto de la conquista del poder para acabar definitivamente con la explotación y el poder de los monopolios y sus sucesivos gobiernos que transforman nuestras vidas en un infierno.

Para ello, debemos contribuir a la unidad de la clase obrera y el pueblo transitando el camino de lucha independiente del Estado y sus instituciones políticas por la obtención de mayores y más conquistas de todo tipo, fomentar y generalizar la realización de las asambleas con su democracia directa, ir tejiendo una fuerza nacional de masas capaz de aunar en una sola voluntad política nacional que nuclee a las cientos y miles de organizaciones de masas, verdaderas vanguardias locales y sectoriales que se expresan en cada batalla, en un solo bloque que organice la lucha de clases contra el enemigo común.

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