No se combate al capitalismo con más capitalismo

Un trabajo de investigación iniciado en el año 2007 y proseguido en 2012 (1), concluyó que 737 accionistas, el 0,123% del total, controlan el 80% del valor de las más de 43.000 compañías multinacionales. Además, 146 de estos accionistas, el 0,024%, controlan el 40% del valor total de estas empresas.

El listado de los 10 principales conglomerados es el siguiente: BlackRock, StateStreet; Deutsche Bank, BNY Mellon, JP Morgan, Axa, Invesco, UBS, Credit Suisse y T. RowerPrice. Estas diez firmas, a su vez, tienen intereses y participación accionaria en las mismas empresas que controlan, constituyendo un entramado de negocios en el que unos son accionistas de otros, y viceversa.

Como vemos, en la lista aparecen conocidos bancos y otros fondos de inversión que no lo son tanto. Para tener una dimensión aproximada de los capitales que manejan estos conglomerados, por ejemplo, BlackRock gestiona fondos por 4,65 billones de dólares; si esta firma fuera un país, representaría la cuarta economía mundial detrás de EE.UU., China y Japón.

Estas grandes concentraciones de capital controlan empresas industriales, bancarias y comerciales. Como decíamos, si bien son diez firmas distintas, al estar entrelazadas por tener el control de las mismas empresas, el poder de concentración de los capitales que manejan las convierten en el verdadero poder económico y político del mundo, por encima de Estados y gobiernos.

El proceso de centralización y concentración de capitales es un proceso objetivo. El sistema capitalista no “planifica” dicho proceso; el mismo es producto de la propia dinámica del capital y del carácter del mismo, por lo que es imparable y siempre tiende a profundizarse. El intentar frenarlo, modificarlo o, peor aun, querer hacerlo retroceder, es un objetivo imposible.

El grado de centralización capitalista en lo económico no tiene, necesariamente, su correlato político. Hoy el mundo atraviesa un nivel de crisis política que afirma que no existe una potencia hegemónica que le marque sin más el rumbo al resto. El nivel de contradicciones interimperialistas tiene su origen, justamente, en semejante grado de concentración de los capitales dado que, como estudió Lenin, la concentración no amortigua las contradicciones sino que las exacerba exponencialmente. Al mismo tiempo, el nivel de profundización de la lucha de clases provoca que el poder político no pueda terminar de acomodarse y eso mismo agudiza la crisis en ese plano.

Los llamados de los reformistas del capitalismo, para que estos capitales se “desconcentren”, se vuelven entonces en una ilusoria expresión de buenos deseos; es pedirle al capital que vaya en contra de su propia naturaleza y del carácter explotador y expoliador que lo mueve. No alcanza con tener un buen diagnóstico de los procesos políticos y económicos, si la receta para superarlos es más capitalismo. O peor aun, querer volver a un capitalismo que ya no existe.

Lo que devela este informe es que la etapa imperialista del capital ha logrado una magnitud que confirma quela Humanidadestá en la época de la revolución socialista. El capitalismo es imparable si se lo enfrenta con sus propias armas y reglas. Sólo podrá terminarse con él desde la convicción de que ya nada bueno tiene que ofrecerle a los pueblos y, por lo tanto, el camino es su superación mediante la revolución social.

Una época histórica que está plenamente vigente, mucho más vigente que cuando este proceso recién comenzaba.

(1) Para conocer detalles de la investigación: http://www.elsalmoncontracorriente.es/?Quien-controla-el-mundo-Las-10

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