Inseguridad: “a seguro se lo llevaron preso»

Hoy el tema de la inseguridad afecta a todos los sectores de nuestro pueblo. La TV, la radio, internet, etc., lo instalan como un tema obligado, con noticias y comentarios que ponen en evidencia  «la falta de seguridad», léase «que todos” estamos expuestos a que cualquier «pibe chorro» nos pegue un tiro para sacarnos algo, sea dinero, auto, zapatilla, etc.

La bronca y la indignación es generalizada. Y aparecen los opinólogos que justifican el uso de la fuerza, la muerte, el linchamiento. Y nos llenamos de interrogantes…

¿Saldremos todos con armas?  ¿Qué se necesita para resolver? ¿Más policías, más gendarmes, más guardias de seguridad privada? Pero las fuerzas de seguridad son inseguras y ahora ¿Quién podrá ayudarnos? ¿El chapulín colorado? ¿la Bulrich?.

Nosotros creemos que es necesario otra mirada sobre éste tema, ya que esto a lo que  llaman «inseguridad» es el síntoma de una enfermedad social muy profunda, que -sin ánimo de ser simplista- se llama capitalismo.

Todos nacemos indefensos, vulnerables, inseguros y aprendemos a través del lazo social, del amor y la cooperación a sentirnos seguros. Es la función de la familia, que poco a poco, va transfiriendo a la comunidad. Es el proceso de socialización, que se va dando de la familia a la escuela, de la escuela al trabajo, del trabajo a la salud, a la Universidad etc.

Es decir, la familia va delegando la seguridad al Estado. Y el Estado, este Estado ¿qué hace con la seguridad? La transforma en inseguridad. ¿Por qué? Porque es imposible que dentro de este sistema social haya justicia y por lo tanto seguridad.

La familia tiene leyes, hay un orden y cuando no lo hay, las instituciones deberían suplirlos… ¿Pero, pueden las instituciones del Estado burgués, impartir orden y justicia? Este Estado está como regulador de las grandes corporaciones, de los monopolios, está al servicio de las ganancias del capital concentrado. La inseguridad es un negocio, el negocio de la protección privada a la manera de la mafia. Vemos con pesar cuánto se invierte en «seguridad pública», que con un plus pasa a ser privada, con otro plus es ciega y con otro plus es socia.

Nada hablan los medios de la inseguridad que genera este sistema, sobre si seguiremos conservando nuestro trabajo, de la inseguridad de cobrar nuestro sueldo, de la inseguridad laboral, de la inseguridad de la salud, etc. Este es un sistema inseguro, así es el sistema capitalista.  

Y nosotros ¿qué hacemos? ¿Cuál es la salida? La salida es política, es visualizar ideológicamente el mundo en que queremos vivir, y empezar a construirlo con dos guías del pensamiento, basados en la práctica:

1) La ideología del proletariado, que es la mirada que tiene el hombre que trabaja, que produce las riquezas, que transforma el mundo a partir de vínculos cooperativos, del artista, del educador, del que vive de su profesión.

2) La idea de concebir el poder no como algo que viene de arriba o que se ejerce sobre otro, sino el ejercicio de poder como la potencia que tenemos todos, el de poder hacer el ejercicio del poder local, para ir construyendo el mundo que queremos.

Para transformar ésta realidad necesitamos del barrio, del vecino, del lazo solidario de la cooperación; necesitamos cerrar las puertas a la inseguridad y abrir las puertas a la confianza. Pero la confianza se construye con hechos, sin ingenuidades, sabemos que estamos en una sociedad que ha deteriorado la relación entre los hombres.

El trabajador, cualquiera sea su trabajo, sabe de la disciplina que impone la producción, y una de las tareas más difíciles que se nos plantea es construir la seguridad. Sólo podemos hacerlo con el ejercicio del poder local.

Se van a pagar millones de dólares a los Chinos para que hagan un diagnóstico de la inseguridad en el gran Buenos Aires… ¿Cómo podemos hacer nosotros nuestro propio diagnóstico? Es hacer un relevamiento del barrio, en qué trabajan, si circula la droga, edad de los chicos en riesgo, características de los hogares, disposición de los vecinos para ayudar y encontrar entre todos las posibilidades de reparación.

Ese conocimiento ya ésta ahí, no necesita a nadie de afuera para saberlo. ¿Cuánto nos puede salir esto?, ¡NADA! Saber quién es nuestro vecino, compartir propuestas, crear confianza. Eso es lo que hay que hacer, porque es empezar a cambiar el sistema.

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