¡Sin revolución, no habrá dignidad para nuestro pueblo!

La burguesía históricamente ha llevado adelante sus objetivos sin importarle las consecuencias sociales, (especialmente las de la clase obrera y el pueblo, que sufrimos de siempre los embates de este sistema inhumano). Ellos persiguen incansablemente la mayor ganancia a costa del sufrimiento de las mayorías. No saben vivir de otra manera, por lo tanto, si no les alcanza con el circo parlamentario y las pornográficas elecciones, ponen en marcha todo su aparato represivo sin temblarles el pulso.

Para asegurar que todo siga encaminado según sus ambiciones, necesitan a la clase obrera y al pueblo, sordos, ciegos, mudos, divididos, dormidos, entretenidos, «volando por el humo o la jarra», etc., etc., etc., y así de esa manera poder lograr su fin, que es dejar bien parado al sistema capitalista que tambalea desde hace rato.

Con tanta propaganda y amenazas de las fuerzas represivas a las calles, intentan intimidar a nuestra clase obrera, que viene dando grandes batallas contra el abuso, la explotación, las mentiras y engaños de las patronales, de la burocracia sindical gusana y del Estado al servicio del capitalismo.

Está de más hacer relucir los aumentos indiscriminados que afectan fuertemente a las familias de nuestro pueblo, los imparables despidos, y encima reprimirte si querés vender café o torta asada, o medias, o simplemente hacer arte en una esquina para llevar algo a la mesa.

Las empresas multinacionales, libres para contaminar y explotar nuestro suelo y nuestros hermanos… ¿y el pueblo empobrecido solo debe agachar la cabeza y esperar?… Y si no lo hacemos y decidimos luchar por nuestra dignidad, ¿»somos terroristas»?

En más de un momento histórico, nuestra clase obrera y nuestro pueblo les presentó verdadera batalla, decididos a vencer o morir.

En estos tiempos, nuestra clase y nuestro pueblo se preparan como pueden para dar batalla.

En cada rincón de nuestro país, debemos tomar partido real y abrir bien los ojos para no errar el camino que debemos andar. Y ese no es otro camino que el de la lucha por la dignidad de nuestro pueblo, por la revolución socialista y la toma del poder.

Cualquier organización que llevemos adelante, no puede dejar de tener ese norte.

¡SIN REVOLUCIÓN, NO HABRÁ DIGNIDAD PARA NUESTRO PUEBLO!

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