El verdadero nombre de la crisis

En medio de la llamada guerra comercial y la denominada crisis económica que tanto se menea en los distintos mentideros burgueses, y a la que le hacen coro sin pudor todos los partidos parlamentaristas desde izquierda a derecha, aparece la noticia de que 26 personas reúnen la riqueza de 3.800 millones de habitantes en todo el mundo quienes viven con un ingreso promedio de 2 dólares diarios.

Esta gran concentración de capitales mundiales es acompañada por un proceso gigante de proletarización masiva con el consecuente achatamiento de los ingresos y empeoramiento progresivo de las condiciones laborales.

En nuestro país, la baja del salario ha significado, en términos de dólares, un 55% de pérdida de valor, mientras que todos los productos han mantenido o incrementado el valor medido en la misma moneda.

El quiebre de infinidad de empresas y negocios pequeños con su secuela de desocupación es acompañado por inversiones millonarias –sólo por citar algunos monopolios- en Vaca Muerta, en La Serenísima, Arcor, Toyota, Renault, Volks Wagen, y otros grandes pulpos.

Los dólares prestados por el FMI en su último tramo “desaparecieron” en las arcas de los capitales financieros que actúan en el país, entre los cuales seguramente se encuentran algunos de los mencionados más arriba, quienes actúan al amparo de grupos de inversión, bancos internacionales u otras caretas.

Con todo este panorama es claro que la plata estuvo y está en manos de quienes son los dueños, o sea el capital financiero, y que lo que se produjo y se profundiza en el país es un gran traspaso de recursos de manos de sectores populares, empezando por los proletarios y trabajadores en general y siguiendo por sectores medios que conforman el campo popular, a manos de esos pulpos monopolistas.

El abarrotamiento de capitales en el mercado argentino generó una nueva gran vuelta en la rosca de la concentración y, mientras los monopolios limpiaban la zona destruyendo fuerzas productivas, se acolchonaban con capitales provenientes del FMI, dejando la deuda a manos de la fuerza de trabajo cuyos ingresos seguirán intentando achicar.

De tal forma han generado un nuevo piso para la explotación del trabajo asalariado y ahora nos prometen puestos de trabajo a bajo costo que es, en realidad, lo que ellos necesitan para producir más plusvalía.

Es evidente que la única alternativa que tenemos los trabajadores y pueblo oprimido es una lucha frontal contra las políticas que el gobierno de la burguesía, sea cual fuere el ropaje que use a través de los distintos personajes que se presentan, llámese Macri, Fernández, Lavagna, o Maza.

El tendón de Aquiles de ellos es nuestra fortaleza: la lucha política y la organización de la lucha de clases contra esos parásitos… Porque política es la confrontación que tienen ante cada embate de las fuerzas del pueblo. Cada lucha de los trabajadores y sectores populares oprimidos, les genera una inseguridad tal que se replantean todas las medidas que les son útiles para intentar subordinar a sus dictados a las mayorías populares.

Para las mayorías populares, esta vía es la única que nos permite lograr mejoras reales. Como decíamos en la nota de ayer, ésta constituye la causa que eleva el riesgo país, que no es otra cosa que el riesgo a invertir para obtener las ganancias enormes a las que aspiran.

Sus capitales concentrados están parados sobre la incertidumbre de la rebeldía de este pueblo que no ceja en sus aspiraciones de conquistar una vida digna.

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