A propósito de un artículo sobre «El Cordobazo» en Izquierda Diario

Hay distintas formas de responder a un planteo político pero cuando el mismo está teñido del interés de clase de  la clase dominante hay que tratarlo,  y es aconsejable hacerlo desde el presente.

Lo que nunca pudieron entender y ni siquiera asimilar estos “señores” es que lo que se trata de instalar en la clase obrera y el pueblo es la cuestión del poder.

Un problema teórico, político y eminentemente práctico.

Se trata de avanzar hacia una revolución de carácter socialista en donde la clase obrera, fundamentalmente la de la gran industria,  juegue el papel fundamental para acaudillar a todo el pueblo por un camino plagado de complejidades.

Uno de los principales estorbos que padece el proceso revolucionario para avanzar hacia la lucha por el poder es la actuación de dirigencias como las que reivindica Izquierda Diario, las cuales tienen una militancia activa para sostener las instituciones del poder burgués, lo cual las lleva a un izquierdismo parlamentario y a un reformismo/populismo en la clase obrera y el pueblo.

Esta postura actual de ser colchón de la lucha de clases los ha convertido “merecidamente” en la izquierda del sistema, cuando hasta hace algunos años esa izquierda sostenía posturas socialdemócratas.

Son estas fuerzas, no otras, las que proponen soluciones a un sistema capitalista altamente en descomposición en un estado de concentración económica y de centralización de capitales como nunca habíamos vivido.

Estas “izquierdas” son las que con su sostenimiento del sistema representativo burgués enloquecen y se montan en las genuinas luchas de nuestro pueblo para ganar un voto y prometer desde el parlamento burgués arribar a un sistema justo y solidario. Intentan despertar la ilusión que el sistema capitalista tiene dos patas: una mala y otra buena. Ellos se han autotitulado “la pata buena” del sistema capitalista.

Cuando nuestra clase y nuestro pueblo vienen madurando y experimentando diversidad de formas y metodologías de carácter autoconvocado y de experiencias cada vez más cotidianas de democracia directa, estas izquierdas reformistas comienzan a actuar en dos direcciones fundamentales. Por un lado aparecen con sus aparatos al mejor estilo de los partidos tradicionales de la burguesía. En esas intervenciones tiene como único objetivo el voto y a apuntar a la convicción que desde este parlamento burgués se pueden cambiar las cosas. De nada les han servido más de treinta años de democracia representativa para ver el estado de cosas que tiene que sobrellevar nuestro pueblo.

Son estas izquierdas reformistas también las responsables de frenar y ser un contenedor de lo que por abajo y desde años se mueve en la lucha de clases.

No pueden ni intentan entender la lucha por el poder. Y cuando esa idea comienza a renacer en donde tenía que renacer -o sea en cada lucha de nuestro pueblo, de nuestra clase obrera en donde aparecen signos serios de brotes revolucionarios- estas “izquierdas” sacuden una editorial reaccionaria y contrarrevolucionaria utilizando frases al mejor estilo de un político burgués de “alta” alcurnia.

Estos “señores” están en las barricadas para juntar votos y frenar todo tipo de rebelión popular. Claramente se asustan cuando en estas confrontaciones comienzan a aparecen las ideas de “Poder Burgués Poder Revolucionario» que nuestro secretario general Mario Roberto Santucho había escrito el 23 de agosto de 1974.

Ese trabajo teórico y práctico daba los fundamentos de lucha por el poder. Y hoy ese reverdecer de ideas asusta a los economicistas del sistema. Se comienzan a poner sobre la mesa los primeros pilares de un nuevo ascenso revolucionario y los preocupa. Son superados y cuestionados por sus propias bases y este artículo que publicaron expresa parte de sus internas.

A la vez muestra la gran desconfianza que estos grupos han tenido en las masas. Sus improntas y sus estandartes en puertas de fábricas no hacen más que confirmar que sin ellos, los “protagonistas” de la historia, otra vida sea posible. Han actuado seriamente para que nuestro pueblo ponga todo en la misma bolsa y reniegue de toda fuerza política. Utilizan a las masas pero las masas ya no quieren más de lo mismo.

Para el PRT no se trata de reemplazar a nuestra clase obrera y al pueblo. De lo que se trata es que toda la acumulación de fuerzas políticas y orgánicas vayan dirigidas a la lucha por el poder. Y es por ello que el aferrarse al terreno, construir las fuerzas políticas independientes de la burguesía, desplegar la más amplia unidad por abajo, extender la solidaridad de clase en el mismo sentido irá permitiendo robustecer las verdaderas potencialidades de nuestro pueblo para la lucha por el poder.

Es en ese terreno, bien abajo, en donde el poder local desplegado en todo el país permitirá avanzar sólidamente en la lucha por el poder en el plano nacional. Es en este contexto complejo del hoy en donde las posturas parlamentaristas juegan un papel reaccionario.

Hoy por hoy sus posturas economicistas los lleva a defenestrar en las luchas los primeros embriones de organizaciones de clase independientes por fuera de las estructuras sindicales empresariales. Una vez más sus posturas de reemplazar a la clase es parte de un interés de clase mezquino que lleva a un callejón sin salida en su defensa a ultranza de las instituciones burguesas. Sus aspiraciones electorales las llevan al terreno sindical, y poco les importa la resistencia activa contra las medidas de la clase dominante, preparar y acumular fuerzas con victorias parciales o derrotas parciales. Les interesa el todo o nada como concepción y poco importa que cada enfrentamiento acumule al poder revolucionario.

Desde estas ideas iniciales podemos analizar las nefastas posiciones en la caracterización de la historia de clases, cuya visión más repudiable es el rechazo al papel de Agustín Tosco en el Cordobazo y de una camada de dirigentes revolucionarios que le pusieron el cuerpo a un enfrentamiento de masas, que fue consecuencia de un proceso de lucha de clases previo y que la publicación de Izquierda Diario niega. Momentos en donde las ideas revolucionarias comenzaban a cuajar en la clase obrera industrial.

Estos “señores” de izquierda planteaban las mismas políticas que plantean hoy y por lo visto la cuestión del poder no es un tema que a ellos pueda preocuparlos.

Por último, se hace en el artículo una mezcolanza teórica entre el carácter de un llamado a la huelga general, la insurrección, y doble poder (poder dual) desconociendo absolutamente el pensamiento leninista. Tema que hemos abordado en varios artículos de nuestra página.

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