Destrucción de fuerzas productivas es también destrucción de vidas

25 muertos entre obreras y obreros es el saldo de un “accidente de trabajo” en un taller fabril clandestino cerca de Rabat, capital de Marruecos. Fueron electrocutados o ahogados según los datos de la investigación que por estas horas se realizan en aquella ciudad. Así la clase burguesa intenta detener la caída de la cuota de ganancia.

Estos talleres clandestinos ocupan el 54% de la producción textil y del cuero de ese país. Las condiciones de trabajo son deplorables. En este caso las muertes se encontraron en un segundo subsuelo del establecimiento.

¿Por qué, si existe tecnología capaz de mejorar las condiciones de trabajo humano se violenta la vida de esta forma?

Los capitalistas obtienen jugosas ganancias de esa explotación humana con salarios universales cada vez más bajos y presionando al mismo tiempo en esa misma dirección. Por un lado, los capitalistas necesitan invertir cada vez más en tecnología para competir unos contra otros y, por otro lado, necesitan robarle a quienes generan la riqueza una cuota parte de lo que producen. Eso se llama plusvalía y es la “fuente de riqueza” de los cada vez más ricos.

La contradicción del sistema capitalista -que lo vuelve cada día más agresivo- consiste en que por un lado desarrolla fuerzas productivas a gran escala al incorporar tecnologías nuevas y máquinas más perfectas y procedimientos de industrialización, aumentando geométricamente la cantidad de mercancías a gran escala que no pueden ser absorbidas por el mercado creando una superproducción de capitales que terminan en una crisis mundial como la que vivimos hoy.

Pero esos capitales que no tienen salida llevan a una destrucción masiva de esas fuerzas productivas -materiales y humanas- que hacen descender las condiciones de vida del proletariado y de las capas populares en el mundo.

Por un lado, arroja al precipicio a miles de millones de habitantes de nuestro planeta para transformarlos en población sobrante y, por otro lado, necesita utilizar mano de obra cada vez más barata para extraer la ganancia que se le roba a quienes lo producen todo.

De Marruecos -como de todos los lugares del planeta- la clase burguesa, los capitalistas, esconden “los trapos sucios”. ¿De dónde sacan sus fabulosas ganancias? La plata no nace de la plata sin antes haber robado a los que producen todo. Pero estos “señores” tienen muy claro los frentes de tormenta que tienen: la lucha a muerte entre ellos y -lo determinante- la lucha entre el capital y el trabajo.

Marruecos es Argentina. Salarios miserables, condiciones de vida y de trabajo miserables para millones y millones de compatriotas que lo producen todo.

¿Hay que esperar a que se produzca un hecho como en esta textil africana para visibilizar lo que es la realidad de superexplotación de nuestra clase obrera y la opresión de nuestro pueblo?

¿O acaso no hay todos los días “accidentes” fatales de trabajo, deterioro permanente de las condiciones de vida, muertes evitables por infinitas causas generadas por un sistema capitalista que concentra en pocas manos los medios de producción conseguido con el sudor y la sangre de quienes los producen todo? Hay un Marruecos en nuestra Argentina.

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