Conflicto de la carne: una solución gubernamental a favor de los monopolios

El viernes pasado, entre gobierno y empresarios se tomó la resolución que dio por terminado un capítulo del “conflicto” de la carne.

Se estableció un cupo de exportaciones de 27.608 tns. mensuales que se reparten, entre 63 frigoríficos, de la siguiente manera: 54%, o sea 14.908 tns., para los 10 mayores frigoríficos; 18%, o sea 4.969 tns. para los 30 siguientes; y el resto, o sea 28%, es decir 7.730 tns. para los 23 restantes.

La repartija delata lo siguiente: los diez frigoríficos más grandes que componen el grupo ABC entre los que se encuentran Swift, Arre Beef, Friar (del grupo Vicentín), Río Platense, Compañía Bernal, Grupo Marfrig, Importadora y exportadora Patagonia, Azul Natural Beef, Santa Giulia y Quickfood se llevan más de la mitad de la torta asignándose los cupos de acuerdo al orden de importancia de cada uno de estos monopolios. Por ejemplo, el Swift se lleva 3.183 tns. y el más pequeño de esos diez, el Quickfood, 923 tns.

En los otros dos segmentos, también se asignan de mayor a menor (según el volumen de cada frigorífico) los cupos de exportación, llegándose al absurdo de asignarle 0 tns. a dos de los más chicos del listado.

Hay casos que el tonelaje asignado, no alcanza a llenar un contenedor, dado lo cual es prácticamente imposible exportar.

Hasta aquí, los datos publicados por los diarios.

Durante más de un mes, a partir de que se decretó el cepo a la exportación de carne, el gobierno y el kirchnerismo, se encargaron de hacer circular la idea de que el tema era apuntar contra los privilegios de la oligarquía vacuna para poner freno al aumento de precios de la carne y beneficiar así al pueblo.

El supuesto enfrentamiento entre esa oligarquía vacuna y el gobierno también fue promocionado por la también supuesta “oposición” en cuanto espacio de difusión masiva pudiera contar.

Pero, al final de cuentas, el “enfrentamiento” terminó siendo un beneficio enorme en el negocio y la mayor concentración para el capital financiero que maneja el comercio de las carnes en el país. De paso, diremos claramente que la “oligarquía” vacuna ya no existe en este país, pero sí la oligarquía financiera parte del capital transnacional dueña (directa o indirecta), en este caso, de frigoríficos, tierras, ganado y socia o copropietaria de bancos.

Precisamente, esa oligarquía financiera que también tiene funcionarios y funcionarias en el gobierno, acercó al poder ejecutivo la iniciativa y éste la cumplió al dedillo, confirmándose una vez más el entrelazamiento entre los grandes capitales y el gobierno de turno.

Porque, ¿qué otra cosa puede deducirse? ¿Acaso puede pensarse inocentemente que a algún funcionario desinteresado se le ocurrió la medida tomada?

Es evidente que, al favorecer, en proporción tan enorme, el negocio y facilitar la concentración en medio de la crisis internacional de superproducción para lo cual hay que destruir fuerzas productivas que deben eliminarse de los mercados, esta movida surge de las oficinas de los señores que manejan al detalle estos negocios, es decir, los grandes frigoríficos.

La carne, por su parte, no ha dejado ni dejará de aumentar. Los difundidos cortes “baratos” son inexistentes o, donde se dan a cuenta gotas con gran pompa propagandística, son de dudosa o mala calidad. En definitiva, ninguna mejora para la población trabajadora.

Paralelamente, por ejemplo, en la ciudad de Villa Gobernador Gálvez, Pcia. de Santa Fe, en donde tiene su asentamiento el Swift, la población compuesta, en gran proporción, por obreros de la carne, tiene niveles de indigencia superlativos y el salario de los obreros del frigorífico no llega a la canasta básica de alimentos.  ¡Aunque ellos son los que producen el alimento por excelencia que es la carne vacuna! Además, las condiciones de trabajo son terribles y peligrosas para la salud de los trabajadores, se intensifican, día a día, los ritmos de producción, con la policía empresaria (el sindicato) atenta y actuando en forma represiva contra los obreros para garantizar la dominación del capital en el interior de la fábrica.

Por su parte Arre Beef, recientemente ha despedido obreros que vienen luchando desde hace meses, debido a que quisieron enfrentar las imposiciones de la empresa a través del sindicato, evitando la conquista de libertades políticas en la elección de sus representantes. El gremio los señaló con el dedo para que los expulsaran de sus trabajos.

En el caso del frigorífico Río Platense, recordemos que el año pasado también hubo conflictos en los cuales hubo despidos y, encima trabajadores reprimidos por la policía del gobernador “nacional y popular” (kirchnerista), Kicillof.

Y todo esto, infringiendo la ley de prohibición de despidos durante la pandemia que dictó el gobierno, quien no movió un dedo a favor de la clase obrera, por el contrario, su actitud, favoreció a los monopolios de la carne.

El caso de Friar, cuyo accionista mayor es Vicentín, nos exime de mayores comentarios. Sólo destacaremos que mientras el gobierno “investiga” por delitos económicos y de otro tipo al mencionado grupo, lo favorece con la medida de la que hablamos en este artículo.

En síntesis, una muestra más, del accionar de las instituciones del Estado, del favoritismo de los gobiernos de turno (sean liberales confesos o usen caretas de “nacional y popular”) y de quiénes son los atacados permanentemente por la tríada infame compuesta por (monopolios, gobierno y sindicatos).

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