La independencia a conquistar es la independencia de clase

En general los trabajadores de la educación –así como el conjunto de nuestra clase- venimos luchando en distintas instancias por nuestros derechos y los de la comunidad educativa. Esas luchas están llenas de avances y retrocesos, que a veces no percibimos y muchas veces es bueno pasar en limpio.

En la Ciudad de Buenos Aires hace rato el poder viene ejecutando un plan de ajuste y «carterización» de la educación. Desde el proyecto UniCaba contra los profesorados de formación docente, la llamada Secundaria del Futuro, el intento de cierre de las secundarias nocturnas y el embate contra los terciarios técnicos. A ello, le podemos sumar el atraso salarial y la ausencia de recursos tecnológicos para enfrentar la situación generada por la pandemia. En cada una de estas situaciones se han dado distintos momentos de resistencia, ya sea de manera abierta (con asambleas en las escuelas) o indirecta, le van poniendo palos en la rueda a los planes de ajuste.

A propósito de los terciarios técnicos, hemos escrito varios artículos en este espacio, que dan cuenta de la lucha que docentes y estudiantes han librado, en unidad, para defender su posición y evitar traslados de carreras y cierres. Parcialmente, se han obtenido resultados positivos y el gobierno no logró cerrar las carreras, como lo tenía previsto. Sin embargo, ha intentado avanzar en otros aspectos de flexibilización, sobre las cuales la comunidad educativa sigue batallando y obteniendo pequeñas pero importantes conquistas.

Así, por ejemplo, muchos de estos terciarios técnicos carecían de autoridades de conducción y eran administrados por el propio cuerpo docente. Gracias a esa lucha sostenida por la comunidad educativa, por estos días el Ministerio de Educación porteño se vio obligado a normalizar la situación de los terciarios técnicos y llamar a concurso de autoridades.

Pero los gobiernos de la clase dominante no descansan. Utilizan todo recurso (incluso, a veces, su derrota) para intentar avanzar en el terreno ideológico y se montan sobre la victoria de la comunidad educativa y nos dicen: «cuidamos a nuestros terciarios, miren, llamamos a concurso y les damos las autoridades que faltan.» Si fuera por ellos, ya lo sabemos, no lo harían en lo más mínimo.

Que avancen en la designación de autoridades es un paso, aunque debemos seguir luchando para que se cubran gran cantidad de cargos intermedios y administrativos que continúan vacantes, tan necesarios y más aún en las condiciones sanitarias actuales. Debemos mantener la atención firme: no sea cosa que con la excusa de la pandemia y la enseñanza remota, pretendan reducir cargos y puestos docentes, argumentando que no serían necesarios si se trabaja bajo esta modalidad.

Los métodos de organización

En los últimos años distintos ámbitos de la educación, y los terciarios técnicos en particular, han transformado las asambleas de estudiantes y docentes en un instrumento habitual para la toma de decisiones colectivas. Se percibe que este proceso conduce al resultado siguiente: se genera poder en lo local, la palabra y la acción cobran sentido, y se alcanzan objetivos concretos. Esta claridad que muestra la experiencia resulta esencial, pues deja una marca tanto en quienes resisten como en quienes pretenden imponer sus planes de ajuste y explotación. Así, la lucha pasa de un plano reivindicativo a otro político, donde el papel del Partido en hacer consciente esa disputa y aportar al desarrollo de las herramientas asamblearias resulta central.

Esta experiencia concreta que tomamos como ejemplo se viene replicando en diferentes lugares, a lo largo y a lo ancho del territorio argentino: la clase obrera y el pueblo se organizan, de manera autoconvocada, y enfrentan a los patrones y sus aliados: los gobiernos de turno y los sindicatos cómplices de los empresarios, directores y funcionarios. Podemos encontrar, en diferentes notas recientes de esta página, una diversidad de ejemplos de este tenor, en los cuales se destaca la utilización de la asamblea y la democracia directa, sin delegación de poderes en nadie que tome las decisiones por encima de la voluntad de los trabajadores. Apuntamos a replicar y organizar estas experiencias de lucha que nos dejan esa enseñanza a la que nos referimos líneas atrás: somos una clase y debemos accionar como clase, enfrentando los intereses de quienes nos explotan y oprimen, aspirando a acrecentar nuestro poder, disputándoselo a la burguesía monopolista.

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