Afganistán: escenario de la guerra interimperialista

La retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, y la vuelta al poder de los talibanes, refleja los niveles de lucha interimperialista agravada por la crisis capitalista mundial.

En primer lugar, se debe tener en cuenta que los países intervinientes en el conflicto (EEUU, países europeos como Alemania y Rusia, China) así como tienen intereses en disputa también están entrelazados por intereses monopolistas que se entrecruzan.

Un ejemplo concreto: EEUU gastó más de 2 billones de dólares en la intervención militar a la cual, aparentemente, ha dictado su fin; al mismo tiempo, uno de los países que financió esa intervención fue, precisamente, China que tiene en su poder más de 1 trillón de dólares de tenencias de bonos del Tesoro norteamericano, segundo acreedor extranjero detrás de Japón.

El país asiático viene aumentando sus inversiones en la economía afgana desde hace años, sobre todo en los sectores de la minería, y se ha convertido en uno de los principales inversores en Afganistán.

De allí que no es casual que mientras el resto de los países imperialistas evacuaban sus embajadas, China y su aliado Rusia, fueron los primeros países que decidieron permanecer allí y reconocer al gobierno talibán.

Decisión cantada ya que a principios de agosto se realizó una formal reunión entre el ministro de Exterior chino, Wang Yi, con el mulá Abdul Baradar.

Las razones de la salida norteamericana pueden estar fundadas en diferentes razones.

Una de ellas (si se leen entrelíneas las primeras declaraciones de Joe Biden) es que EEUU y los monopolios que hoy dominan a través de su gobierno, hayan decidido orientar la utilización de esos capitales destinados a la guerra hacia otras guerras, o hacia otros sectores de la economía, en el marco de la puja intermonopolista en medio de la crisis capitalista.

Lo que queda claro es que la retirada norteamericana abre un nuevo panorama en el mapa geopolítico del planeta.

Estos cambios marcan el objetivo ascenso y la imposición de determinadas facciones del imperialismo sobre otras, pero lejos se está que las disputas hayan sido resueltas definitivamente. Mucho menos, que la situación del pueblo afgano pueda esperar mejoras.

Lo que los monopolios y los países que actúan buscan es el aprovechamiento de los recursos de ese país en función de sus planes de dominio sobre los mercados y regiones del planeta.

De allí que la algarabía que presentan algunos “intelectuales progresistas” por la retirada norteamericana y la confirmación del papel de China no es más que una posición que persigue el encuentro de imperialismos buenos que se enfrenten al imperialismo malo de EEUU. Así lo analizan en lo que hoy pasa en Afganistán en consonancia con el mismo análisis que utilizan cuando se refieren a América Latina.

Los revolucionarios no dejamos de darle importancia a las luchas intermonopolistas, tanto nacionales como mundiales, pero no para encontrar allí esperanzas de cambio a través de tales enfrentamientos, sino para utilizarlas en función de la lucha revolucionaria.

 

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