Para salir de la crisis, dos conductas opuestas

Dos noticias aparecidas el 30 de agosto en el diario Ámbito Financiero, nos muestran claramente que la oligarquía financiera, en medio de esta crisis mundial, es la beneficiaria de sus efectos que, por el contrario, generan padecimientos terribles contra la clase obrera y el pueblo.

Veamos, una noticia da cuenta de lo siguiente: “Según las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) en lo que va de la campaña comercial 2020/21, se anotaron un total de 74,32 Mt (millones de toneladas). Este valor se encuentra casi 10 Mt (millones de toneladas) por encima de las DJVE anotadas a igual fecha del año 2020 y 800.000 toneladas por encima del año 2019.”

Cargill, Cofco, ADM, Bunge y Cerealera Moreno (Viterra ex Glencore), en ese orden, componen los primeros cinco puestos del ranquin de exportaciones.

La otra anuncia que “Las importaciones vienen recuperándose de manera acelerada. El Banco Central utilizó cerca de u$s33 mil millones para compras al exterior en los primeros siete meses del año, cifra que no se alcanzaba desde 2014. Al mismo tiempo, los insumos para la producción y los bienes de capital vienen ganando terreno dentro de las importaciones y ya representan el 84,5% del total.”

En buen criollo esto significa dos cosas: 1- Que el proceso de concentración se profundiza en donde los grandes capitales se incrementan aumentando la monopolización y extendiendo la brecha de la desigualdad. 2- Que hay sectores productivos que se relamen con la destrucción de fuerzas productivas y ocupan lugares incrementando la inversión en capital constante (maquinarias, herramientas, bienes de uso para la producción, etc.), todo ello con el objetivo de producir más y mejor.

En suma, ambas noticias nos describen claramente que mientras que el poder adquisitivo de los salarios bajó abruptamente según reconoció el ex viceministro Emmanuel Álvarez Agis al decir que “hemos bajado en un 50% el costo laboral” (ver nota del 13-08-2021 en esta misma página), los burgueses monopolistas hacen su agosto aumentando sus exportaciones e invirtiendo en bienes de capital para producir sobre los cadáveres de los competidores perdidosos, porque los citados son sólo dos ejemplos de lo que está ocurriendo con los grandes capitales. Pasa también con los bancos, las empresas tecnológicas, los laboratorios, el vino, con el acero, con el petróleo, con la carne y la alimentación, etc.

Nada de mejoría para los trabajadores y sectores populares que somos quienes producimos esa riqueza. Por el contrario, la base de esa riqueza es la superexplotación haciendo más largas las jornadas de trabajo y más flacos los salarios, transformando nuestras vidas en un infierno en todos los planos.

Frente a estas noticias, el argumento repetido del gobierno, economistas, empresarios y su coro de alcahuetes, que “si producimos más y exportamos más nos beneficiamos todos”, cae estrepitosamente. En este sistema capitalista producir más es aumentar la ganancia y bajar proporcionalmente los salarios. Ésa es la cruda realidad. Pues ganancias y salarios son dos términos de una misma unidad inseparable y, a la vez, antagónica. Si uno crece el otro se achica y viceversa.

Lo anterior, hace ver que los burgueses monopolistas encuentran su “salida” a la crisis concentrando el capital que antes tenían sus competidores, abarcando más mercados, arrebatando más ganancias a los sectores más débiles de su propia clase, apretando aún más las clavijas del ajuste contra los ingresos de los trabajadores y pueblo en general.

Pero todo ello lo hacen profundizando aún más todas las contradicciones del sistema capitalista, y su propia crisis política al provocar mayores descontentos en cada vez más amplios sectores y falta de credibilidad en las instituciones del Estado… Políticamente se debilitan.

Ante esta realidad material, concreta y encaminada a ahondarse, nos proponen elecciones para elegir a nuestros verdugos (pocas caras nuevas de reciente incorporación al entramado político fraudulento y muchas caras recicladas de los mismos personajes de siempre), al proletariado y las masas populares no nos queda otro camino que avanzar en todo lo que se pueda en la lucha por nuestras reivindicaciones, cualesquiera sean y que nos permita no sólo obtener su conquista sino también ir acumulando fuerzas y experimentando la unidad y organización que debe pasar de ser ocasional para ganar tal o cual lucha a transformarse en expresiones permanentes de vínculos colectivos en los lugares de trabajo, barrios o escuelas, en donde se discuta, se planifique, se decida y ejecute lo resuelto.

Ese paso necesario es el punto en el que tenemos que concentrar los esfuerzos. Es el paso de nuestra cultura como sociedad educada en la democracia burguesa representativa a través de cuyo mecanismo hemos sido permanentemente traicionados, estafados y hasta atacados por nuestros supuestos representantes, a la conducta de la práctica democrática obrera y popular que se viene practicando comúnmente en las luchas más resonantes cuyo mecanismo se basa en no sólo la decisión colectiva sino también en la acción colectiva de masas como metodología para resolver nuestros problemas.

La lucha entre los intereses de los dueños de los grandes monopolios y las grandes mayorías proletarias y populares es de fuerza contra fuerza y se va dirimiendo en un proceso ascendente que comienza en cada fábrica, barrio o escuela y que penetra, con la acción de los destacamentos revolucionarios, en todo el entramado social hasta convertirse en una única lucha política nacional. Ellos tienen la fuerza del capital acumulado y nosotros la fuerza de los que generamos el capital que ellos acumulan.

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