“Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”. Resonante aforismo que se repite y se escucha con frecuencia en los intercambios sociales, pero que resulta falso de toda falsedad. Se trata de una de esas frases que la clase dominante, la burguesía monopolista, ha construido y la utiliza como herramienta para sostener su dominación ideológica. Sin remontarnos a rincones de la historia demasiado alejados del presente, revisemos, al menos de modo superficial, los últimos 45 años.
- La clase trabajadora y el pueblo no se merecieron (utilizando el verbo que aparece en la frase, desde ya) 7 años de una de las dictaduras militares más sangrientas y asesinas de América Latina, que dejó como saldo más de 30.000 desaparecidos, asesinatos, torturas, secuestros, apropiación de bebés y deterioro profundo de las condiciones de vida, una guerra criminal, para resumir en pocas líneas el horror del golpe de estado de 1976.
- Tampoco nos merecimos la angustia y la desesperación generalizadas que provocó la hiperinflación de 1989.
- La clase obrera y el pueblo no se merecieron tampoco las privatizaciones menemistas y los consecuentes despidos, la profundización del ajuste, el aumento de la pobreza y el evidente beneficio para los sectores más concentrados de la economía. Esta dramática situación se profundizó y agravó durante el gobierno de la Alianza (De La Rúa) que continuó con las políticas de ajuste y concentración de capital. La sociedad no tardó en manifestarse. La revuelta popular de diciembre de 2001 fue una respuesta contundente de las masas ante la crisis económica y social provocada por la burguesía y sus políticos de turno. Tampoco mereció el pueblo el lamentable saldo de más de 35 muertes en todo el país, resultante de la brutal represión desatada por el gobierno asesino del asesino De La Rúa, fiel servidor de la clase dominante.
- El pueblo no se mereció, después de 12 años de kirchnerismo, niveles de pobreza cercanos al 30 %, cifra que venía siendo escondida gracias a la manipulación de los datos del INDEC. Tampoco se mereció, seguramente, el aumento notable de la población habitante de los barrios carenciados (villas miseria) en los grandes centros urbanos.
- La clase trabajadora y el pueblo no se merecieron los años de gobierno de Macri que, muy lejos de sus promesas de campaña, dejó un país fuertemente endeudado con los organismos internacionales de crédito (tal y como se lo encomendaron seguramente los grupos económicos), un aumento importante de los niveles de pobreza y desocupación, una abusiva reforma previsional que enardeció a las masas y generó una fuerte represión por parte del Estado al servicio de los monopolios, la desaparición y muerte de Santiago Maldonado, el intento de aplicar el dos por uno para los genocidas del Proceso.
- El pueblo argentino tampoco se mereció ni se merece las mentiras de la actual administración, el desastroso manejo de la pandemia que, a pesar de haberse implementado la cuarentena “más larga del mundo” dejó a la Argentina ubicada entre los países con más muertes por millón de habitantes, la exposición criminal para las trabajadoras y trabajadores llamados “esenciales” pero que claramente no producían nada “esencial” (lo cual aumentó el número de contagios y muertes por Covid-19), la hipocresía y la “doble vara” para pedirnos que nos banquemos el encierro pero ellos (los políticos y sus amigos) se reunían y festejaban descaradamente riéndose del pueblo y de sus pérdidas.
- Tampoco se merece el pueblo el profundo deterioro en la calidad de vida, la destrucción evidente del poder adquisitivo de salario, la quiebra de miles de emprendimientos, la mentira que se expresaba en la frase: “entre la salud y la economía, elegimos la salud”; mentira doble ya que, por un lado, no cuidaron ni la salud ni la economía del pueblo. Pero, por otra parte, grandes empresas se beneficiaron enormemente con las políticas de este gobierno, obteniendo durante la pandemia ganancias extraordinarias.
Sería muy larga la lista de todo lo que no se merece ni se mereció el pueblo y la clase obrera a lo largo de la historia.
Que quede bien en claro: las conquistas en materia social, económica, cultural, que se produjeron durante el período histórico repasado, esas sí son el resultado de la lucha popular, y no como se quiere hacer creer, beneficios otorgados por los “representantes” del pueblo, que para eso fueron elegidos.
El fin de la dictadura, el juicio a las juntas, la lucha por el salario y por las libertades políticas, la ley del aborto, y sólo por nombrar algunos acontecimientos resonantes, son los resultados de esa lucha.
A la burguesía no le interesa nada más que sus ganancias, lo cual supone profundizar los niveles de explotación. Si no logra hacerlo como realmente quisieran, es gracias a la resistencia de la clase obrera y del pueblo, en el contexto de una lucha de clases cada vez más aguda.
Lo que realmente se merece este pueblo es una vida digna de ser vivida. Organicemos la lucha en unidad, como clase trabajadora, contra la dictadura del capital y los políticos de turno, siempre fieles lacayos de la clase dominante.