Gobierno, oposición, empresas y sindicatos ya decidieron su plan económico, y lo están implementando: no necesitan esperar a las elecciones. Por eso decimos que en noviembre no decidimos nada.
Lejos de existir una “rectificación” por la derrota electoral de septiembre, las medidas de gobierno han beneficiado únicamente al gran capital: eliminación de retenciones a las exportaciones de servicios, automotrices, hidrocarburos; exenciones impositivas a la minería, prepagas; subsidios al agro, etc.
Todo esto se basa en el empobrecimiento general de las y los trabajadores, que metemos 10 hs. 12 hs. y hasta 14 horas por salarios miserables.
Mientras tanto, empresas como TOYOTA impulsan reformas laborales vía modificación de convenios colectivos: más esclavitud asalariada para maximizar sus ganancias.
No necesitan sancionar leyes que flexibilicen el trabajo, lo implementan empresa por empresa. Los escasos y magros anuncios que hacen para “beneficiar al pueblo” son en realidad actos de campaña que nunca concretan nada. Puras migajas electorales.
Así sucede con el “congelamiento de precios” que ya sabemos cómo termina. En realidad se trata de una excusa para contener los reclamos salariales.
Ese es el verdadero plan: más explotación laboral para aumentar subsidios a las gran-des empresas.
¿Qué hacemos las y los trabajadores ante esta situación?
La burguesía tiene su plan definido.
Por eso, en el día a día, tenemos que atacar sus planes de producción desde cada sector: trabajo a desgano, negarse a hacer horas extra, luchar contra la saturación de puestos y organizar la lucha por la recomposición salarial.
Y también rechazar toda forma de democracia burguesa, utilizada para sostener el engaño.
Todo acto encaminado en este sentido, por chiquito que parezca, profundiza la crisis del sistema, generando mejores condiciones para que avancemos en nuestras conquistas como clase.
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