Como venimos sosteniendo, la única política de la burguesía monopolista para atenuar la crisis capitalista es profundizar lo que viene realizando. El ajuste a las condiciones de vida y de trabajo de las masas explotadas y oprimidas se presenta como la única vía de “solución” para impulsar un nuevo ciclo de reproducción del capital, recorrido ya un tortuoso camino en el que se han destruido inmensas fuerzas productivas, lo que da como resultado inevitable una nueva agudización de los niveles de explotación y pobreza de la clase obrera y del pueblo.
Ajuste es la palabra exacta más allá que los exponentes de la clase dominante intenten disfrazarla de otros términos como “inclusión”. Se pone así sobre la mesa hasta dónde puede llegar el cinismo de la burguesía cuando inventa términos que apuntan a edificar un nuevo engaño a las masas. Ajuste con inclusión sería entonces la nueva fórmula mágica que el gobierno nacional le propondría al FMI, además de exigirle a este una “autocrítica” por haber desembolsado el mayor préstamo a un país de la historia de ese organismo.
Sin embargo, todos estos pasos de comedia en la negociación con el Fondo expresan también las dificultades a la hora de llevar a la práctica lo que se firme en un papel.
La cuestión no es sólo cómo disfrazar el ajuste, sino fundamentalmente cómo aplicarlo. Esta disyuntiva existe, es concreta, se palpa, al momento de tomar decisiones en la mesa de la clase en el poder. Porque todos saben que profundizar el ajuste es atravesar el campo minado de la resistencia que se expresa por abajo, aun cuando la misma pareciera no ser determinante. No lo es, pero sí es condicionante de los pasos a seguir por la burguesía monopolista y su gobierno.
Este contexto de la lucha de clases se da en un marco singular dado que, si bien la resistencia no tiene manifestaciones grandilocuentes, la misma existe y se hace sentir. Particularmente en la clase obrera y demás sectores asalariados.
Desde el inicio de la pandemia hasta aquí, la clase de vanguardia ha sostenido las principales luchas que expresaron una resistencia creciente (experiencias que hemos difundido durante toda esta etapa).
Luchas que han puesto sobre la mesa, como característica sobresaliente, el ejercicio de la autoconvocatoria por parte de la clase obrera. De ese camino recorrido se han destacado nuevas vanguardias de la clase que comienzan a buscar un horizonte distinto para sus luchas y demandas, y en muchos casos demostrando un creciente interés por las ideas y propuestas políticas revolucionarias.
Este proceso nos señala dos aspectos principales. El primero, que debemos ver y analizar la resistencia en movimiento, no como una definición estática.
Queremos decir que la misma resistencia ejercida por la clase (más allá de las conquistas efectivas que se logren o no alcanzar) expresan una acumulación en cantidad que redundará en saltos de calidad para el proceso general del movimiento de luchas.
Y en ese mismo proceso, se expresan pequeños cambios cualitativos en la conformación y consolidación de una vanguardia obrera que muestra una disposición por conocer y avanzar hacia nuevas etapas de enfrentamiento.
A partir de este proceso, se manifiesta el otro aspecto muy importante y a tener en cuenta en las tareas de los revolucionarios que, precisamente, aporten a materializar esos cambios cualitativos: es momento de afianzar las organizaciones independientes construidas hasta aquí, al mismo tiempo que avanzamos en la construcción de otras nuevas, dado que los niveles de organización que se vayan arraigando para afrontar la nueva etapa de luchas por venir son fundamentales.
La necesidad de desarrollar esa organización independiente de la clase exige que los revolucionarios expresemos sin vacilación alguna las tácticas del momento.
Nos referimos a seguir empujando la ruptura con las estructuras sindicales que encorsetan, desvían y entregan las luchas, en el marco de una luca política e ideológica abierta contra las concepciones de la democracia representativa en el seno de la clase y levantando las banderas de la democracia obrera.
Al mismo tiempo, jugar un papel activo en promover el debate político de la situación general de la clase y del enemigo apuntando a que el proletariado eleve su consciencia política revolucionaria y esté en condiciones de intervenir en la lucha de clases general con la impronta de su organización y su papel en la sociedad, para hacer efectivo en política su rol como clase de vanguardia de todo el pueblo.
Profundizar la agitación y la propaganda de las ideas revolucionarias, avanzar en definir tácticas concretas para el enfrentamiento concreto en cada lugar, facilitar el conocimiento de las experiencias que se vienen realizando en distintas regiones del país, promover el encuentro de las mencionadas vanguardias que ayuden a avanzar en la identificación clasista.
Y todas las tareas que se presenten como necesarias para desarrollar la política revolucionaria y enraizarla en el seno del movimiento obrero.
De esa forma estaremos allanando una nueva etapa de la resistencia que encuentre a la clase mejor armada y preparada política e ideológicamente para afrontar el reto de su intervención política en la lucha de clases nacional.