Así de crudo, así de cruel, es como caemos los trabajadores y trabajadoras para sostener ganancias de millonarios.
Hace unos días, explotó un tanque cisterna y se cobró la vida de un obrero que estaba haciendo una prueba hidráulica, otro trabajador está gravemente herido.
El camión es propiedad de la empresa VDN S.A., una de las tantas adquiridas y regenteadas por la ex mujer del empresario y gremialista Guillermo Pereyra, Norma Martínez y toda su prole. La empresa donde ocurrió el gravísimo hecho, es una empresa de transportes ubicada en calle Juan Pablo II y Primer Pionero de la localidad de Plottier, pcia. de Neuquén.
Por supuesto que, a Pereyra, el mismo que amenaza con parar toda la producción si le anulan las fraudulentas elecciones del sindicato donde ya tiene instalado a su pollito Rucci, ni se le ocurrió sacar un paro para garantizar el cuidado de la integridad física de las y los trabajadores del petróleo, el resguardo de las condiciones de trabajo para que trabajar no nos lleve la vida. No lo hizo antes, cuando negoció la baja de la adenda de fractura y esa situación se cobró la vida de muchos compañeros, menos ahora cuando son sus propios negocios los que matan trabajadores.
Pero este hecho hay que enmarcarlo en el contexto general de crisis de superproducción cíclica, y crisis política estructural del capitalismo. Asistimos a un momento histórico en el cual el capitalismo ha entrado en una crisis de la cual no tiene vuelta atrás, y si la tiene, es sólo a fuerza de un ajuste brutal sobre los pueblos del mundo y, en particular, sobre la clase obrera que, siempre, somos su variable de ajuste; produciendo así los asesinatos laborales debido a las pésimas condiciones de mantenimiento.
Cuando ellos (la oligarquía, el resto de la burguesía, los funcionarios del Estado, políticos, sindicalistas y demás secuaces) hablan de lo bien que les va, como hemos escuchado recientemente en relación a Vaca Muerta; lo que están diciendo es que han logrado producir más, con menos trabajadores y en menor cantidad de tiempo.
Necesariamente, por lo tanto, esa “mejora” en sus ganancias, se obtiene a costa de hacer que menos trabajadores hagan más cantidad de trabajo; que los tiempos de producción se aceleren y que se reduzcan costos en, por ejemplo, seguridad industrial.
Por lo tanto, necesariamente también, ese repunte de sus negocios causa que nuestras condiciones de trabajo, nuestra salud e, incluso, como en este caso, nuestra vida, sea entregada para que un puñado de parásitos millonarios sean más millonarios, por eso hay que llamarlos por lo que son: asesinatos laborales.
Y esa situación se sostiene por la necesidad de negocios de los monopolios, pero también en franca alianza con gobiernos y sindicatos; funcionando como un cerco que pretende sostener una vida miserable e inhumana para la clase obrera y el pueblo para garantizar ganancias.
Pero los pueblos del mundo no nos conformamos, no nos sentamos a ver cómo nos matan, como nos ajustan, como nos prepean o matonean.
No estamos ni debemos jamás estar dispuestos a entregar nuestra vida para que unos pocos se enriquezcan.
Ese es el proceso que se viene conformando, y la posibilidad que tenemos en nuestras manos de lograr una vida digna, en un mundo organizado en torno a las necesidades de la vida, y no de los negocios.
Para lograrlo, necesitamos profundizar nuestra organización independiente, nuestra organización como clase, por abajo, con independencia política como clase, desprendiéndonos de todas las instituciones podridas del capitalismo, que ya han demostrado que no nos sirven.
Esa unidad se gesta hacia adentro comprendiendo a toda la clase, sin distinción de contratados, eventuales, etc.; y hacia afuera hacia otras empresas del mismo sector, hacia otras empresas que están en el mismo lugar, hacia el barrio, hacia las familias, a sectores desocupados, etc.
Las decisiones se toman en asambleas y las asambleas son soberanas. Ninguna decisión se toma si no se somete al control de la asamblea. Asimismo, con asambleas por sector, de cara a la asamblea general, para que cuando lleguemos no nos encontremos con decisiones “cocinadas” por aparatos que sólo pretenden montarse sobre nuestros reclamos.
Y, además, por último, si tenemos dirigentes, no son rentados. Trabajan junto a sus compañeros y compañeras; y no deciden por nosotros, deben acatar el mandato de la asamblea, y si no lo hacen, su cargo es amovible con el voto de la mayoría.
Esta es la forma de organización que, creemos, debemos darnos; y enmarcada en un plan general que nos lleve a enfrentar las políticas de hambre de las clases poseedoras, como clase; porque ellos se unen para hambrearnos, debemos unirnos para construir un mundo en el que vivamos dignamente