Toyota, una avanzada del “suicidio por causa laboral”

En Japón la empresa Toyota ha debido abonar a la familia de un trabajador por ser responsable del suicidio del mismo por exceso de trabajo y acoso. Al mismo tiempo se informó que el gobierno japonés recibió 2835 quejas de muerte por sobreexplotación laboral en el año 2020. Se pagaron indemnizaciones por 800 casos, incluyendo suicidios.

Si bien la empresa recibió el fallo hace poquitos días de un hecho sucedido en el 2019, el agravamiento en las condiciones de trabajo se ha agudizado durante la pandemia.

La referencia de este hecho en un país desarrollado no es menor, en todo caso nos llama a prestar atención de cómo empresas altamente concentradas, monopolios que son parte de la oligarquía financiera ejercen la violencia laboral cuyo objetivo central es garantizar la producción y las ganancias.

En nuestro país 6 de cada 10 trabajadores sufren acoso y violencia laboral, violencia psicológica, física  o económica. Estas son cifras oficiales producto de la primera Encuesta Nacional sobre el mercado de trabajo. Si estas son las cifras oficiales solo la imaginación de nuestro lector puede ponerle cifras reales si por ejemplo el acoso es en lo económico. Arriesgaríamos decir que en este plano no hay techo.

La clase obrera de nuestro país no está ajena al hecho puntual del suicidio de trabajadores de Toyota en Japón, no es patrimonio de ese país tal situación laboral, por el contrario es una situación que el propio sistema de explotación capitalista altamente globalizado ejerce como conducta violenta contra la clase obrera.

Que 6 de cada 10 trabajadores en nuestro país sufran el acoso y violencia laboral no es causa sino consecuencia de un sistema capitalista  que considera al trabajador y trabajadora como una mercancía más para garantizar la ganancia requerida.

El obrero u obrera  que está ligado a la producción ve pasar el producto terminado y sabe por experiencia que con su salario no puede acceder al mismo. Ese producto que lo ve pasar todos los días y machaca su cerebro le es cada vez más ajeno o mejor dicho le es ajeno, en todo caso ese producto terminado se transforma en su “enemigo”, es tan ajeno que el trabajador o trabajadora reniega de su “fuente” de trabajo, llega a la fábrica y entra a “la cárcel”, no se libera como ser humano, el trabajo no lo “dignifica” y esa situación de vida de una u otra manera lleva a esas fuerzas productivas humanas a rebelarse entendiendo la rebelión en un sentido amplio de la palabra. “Si puedo faltar falto”, “si puedo retrasar la producción lo hago”, es tan ajena la empresa que aparecen infinitas formas para que trabajadores y trabajadores no pongan de si el potencial de su experiencia de vida. Es una rebelión aún sin una conciencia de clase, no es un hecho menor, pero para nada suficiente para cambiar de fondo una situación que tenderá a agudizarse.

En el mundo capitalista en donde rige la motivación de la ganancia  el ser humano se ve sometido a la explotación y opresión.  En nuestro país que 6 de cada 10 trabajadores y trabajadoras sufran la violencia y acoso laboral nos están advirtiendo también que el debate sobre éste tipo de violencia se ha transformado en algo cotidiano de quienes la sufren, se ha abierto una brecha hasta hace poco impensada de resistir medidas de ese carácter ante la violencia ejercida de arriba- psicológica- de perder el trabajo.

Que el producto producido sea ajeno al obrero y obrera que lo produce en sí mismo es violencia, esa esencia violenta del sistema capitalista luego se ve en las consecuencias del crecimiento en suicidios, de partes médicos psicológicos, stress laboral etc. Pero también la resistencia ante estas medidas violentas comienza a ganar un lugar en la la actual lucha de clases en nuestro país y es parte de un debate cotidiano y masivo cuando “la gente”  no quiere ir a trabajar.

Es aquí en donde los revolucionarios debemos ir a fondo en el debate contra todo tipo de oportunismo que de una u otra manera maquilla las atrocidades del sistema capitalista y lleva a la clase obrera a callejones sin salida. Resistir y organizar las fuerzas contra ésta violencia es hacerlo con organización independiente en cada sector de trabajo, que sepa la empresa y el sindicato que en este sector esa medida de mayor productividad no va a pasar  y a la vez esa organización de base asimile que es el sistema capitalista imperante y de cómo la principal fuerza productiva (proletariado) está llamada a resistir primero y organizarse en función de la lucha por el poder.

 

Compartí este artículo