En un nuevo acto de oportunismo cínico, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner felicitó, a través de las redes virtuales, al burócrata sindical de la bancaria por el aumento negociado con la patronal. Sin embargo, ni su gobierno, ni su partido han movido un dedo para modificar a favor de los trabajadores las medidas que mejoren sustancialmente los ingresos de quienes todo lo producimos y todo lo creamos.
No es que esperemos que lo haga, sino que planteamos el tema para hacer notar y remarcar la mentira y la burla que significa no sólo resaltar el porcentaje de la última cuota del incremento fijada en 60%, cuando en realidad, a partir de abril el incremento salarial para los bancarios es del 34%. Pero, además, los salarios se verán reducidos por el impuesto a la ganancia que el Estado le cobra a quienes nunca tenemos ni tendremos ganancias mientras vivamos del salario.
Y esto está ocurriendo con frecuencia creciente en los ingresos de mayor cantidad de ramas porque el impuesto al trabajo, tal como debería llamarse, alcanza a un volumen cada vez más significativos de trabajadores, lo cual viene generando distintas medidas de fuerza, negativa a la realización de horas extras en determinadas industrias, quites de colaboración, etc.
Como venimos diciendo, el único precio congelado es el salario, porque siempre, por una u otra razón, queda por debajo de la inflación que no es otra cosa que el aumento generalizado de precios de las mercancías que sigue su marcha firme haciéndole la vida imposible a las mayorías proletarias.
Por esta razón es que la lucha por el salario, hoy constituye una lucha política porque apunta al eje de la política estatal que todos los gobiernos de turno, sea cual fuere su carné de filiación, ejerce contra la clase obrera y pueblo laborioso.
Las luchas que se van disparando por este motivo, a lo largo y ancho del territorio nacional, debemos ir canalizándolas en un solo torrente ya que, independientemente de la rama en la que nos toca trabajar, la burguesía la aplica, en mayor o menor medida, emparejando para abajo.
Es muy importante derribar los límites impuestos por la burguesía y los sindicatos a su servicio que pretenden circunscribir las luchas y aspiraciones por mejores ingresos a cada una de las ramas de la industria de que se trata, aislando de ese modo a cada sector de trabajadores del resto de la masa laboriosa de todo el país a quienes se les aplica la misma política de reducción salarial.
A las asambleas por sector ejerciendo la democracia directa que comienza a llevarse en ciertas fábricas y ámbitos laborales, superando el límite y la espuria negociación a espalda de los trabajadores que hacen los sindicatos cómplices de la patronal y el Estado, hay que sumarle la unidad con otros trabajadores de la zona sea cual fuere su rama laboral, pues la aspiración por mejoras salariales es común a los más de 20 millones de personas que constituimos la fuerza laboral del país.
Y esta masa que constituye la mitad de la población argentina, nuclea a quienes están registrados o quienes laburan en negro o bajo la mentirosa forma de “autónomos o monotributistas”.
Dentro de ese conglomerado, quienes están más organizados, concentrados y disciplinados ejerciendo su actividad diaria, es la clase obrera industrial nucleada en los cordones industriales, parques industriales, o grandes fábricas que albergan cientos y miles de obreros. Esta situación hace que la posibilidad de unificación, y ejecución de las acciones de lucha de todo tipo sean más fácil de llevar a cabo, pues la masividad y el papel que cumplen en la producción de los bienes que la burguesía lanza al mercado, les da el poder necesario de manejar el grifo que abre o cierra las ganancias de esa clase parasitaria.
Hoy la lucha por el salario es central en la clase obrera y demás trabajadores, pero no sólo hay que llevarla adelante en cada fábrica sino que debemos llevarla a la unidad desde la misma, al parque industrial, al cordón o a la zona en la que se encuentran otros trabajadores sean del gremio que fueren porque esa lucha es común, sea que se exprese por aumentos en los ingresos, contra el impuesto a las ganancias, o por la defensa de conquistas logradas en los convenios gremiales que pretenden reducir.
Se trata de una lucha común, se trata de la unidad de la clase obrera y de toda la fuerza laboral. En la medida en que logremos masificarla podremos hacer retroceder las pretensiones de la burguesía y del sector más concentrado de la misma que es la que maneja al Estado y sus gobiernos de turno.
Es deber de los revolucionarios profundizar ese camino desde el proletariado fabril hacia el resto de los trabajadores, dirigiendo con firmeza el timón del enfrentamiento a estas políticas de hambre y esclavización.