La crisis argentina en el marco de la crisis mundial y nuestras tareas

Sin duda alguna la crisis económica y política que se desarrolla en nuestro país, es de larga data.

Tan cierto como eso es que tal crisis se ha profundizado en los últimos años, tomando ribetes dramáticos para la vida de millones de familias proletarias. El deterioro del nivel de vida de amplias capas de la población asalariada ha ido al compás de la caída estrepitosa de los ingresos salariales, jubilatorios y de la ayuda social desde 2016 a la fecha, con el resultado que hoy Argentina es el país de América Latina en donde el salario en dólares es el más bajo.

En ese contexto asume el nuevo “súper ministro” Massa con anuncios que ratifican que la burguesía monopolista viene por más ajuste todavía (ver nota en esta página del 04/08/2022 https://prtarg.com.ar/2022/08/04/asumio-massa-la-temperatura-siempre-la-marca-la-lucha-de-clases-y-esta-no-sera-la-excepcion/).

Que el ajuste se va a intensificar no sólo lo corrobora Massa (más allá de las mentiras de la inclusión y esas tonteras) sino, y fundamentalmente, las expresiones de lo más granado de la oligarquía financiera mundial que exigen la inmediata puesta en marcha de las medidas que hace tiempo vienen reclamando, sintetizadas en el título de un informe del banco de inversión JP Morgan: Las medidas económicas develadas se quedan cortas en un plan de estabilización” (https://www.ambito.com/economia/goldman-sachs/y-jpmorgan-lanzaron-pedido-sergio-massa-n5502297).

La constatación de que el ajuste en las condiciones de vida seguirá su curso no es sólo por las particularidades de nuestro país. Es algo que se corrobora en el mundo entero.

El capital monopolista ha tomado la decisión (y la está llevando adelante) de descargar sobre los pueblos un feroz ataque que, también, tiene como centro la baja de los ingresos de los asalariados en general y de la clase obrera en particular, provocando una descomunal transferencia de riqueza a los sectores más concentrados de la burguesía monopolista, en medio de los efectos de la crisis de súper producción del sistema que no encuentra piso.

Los aumentos generalizados de precios que se ven en el mundo, provocados por un proceso inflacionario que no se registraba hace, por los menos, cuatro décadas, no tienen que ver con la suba de los alimentos y la energía producto de la guerra en Ucrania. De hecho los precios de esas mercancías vienen bajando sostenidamente luego del pico de alza al iniciarse la guerra y, sin embargo, la inflación sube mes tras mes provocando un recorte objetivo de ingresos en amplias masas proletarias en el planeta.

La decisión del capital trasnacional, aun en medio de las profundas contradicciones que se manifiestan en su seno, es acelerar todo lo posible esa concentración y centralización capitalista dejando enormes masas de nuevos desposeídos.

Esta determinación llevada adelante por la burguesía monopolista encuentra serias resistencias en los más diversos lugares del globo, como lo venimos difundiendo en diferentes artículos y publicaciones.

Es un escenario en el que las clases antagónicas se encuentran enfrentadas, también, como hacía décadas no ocurría. La lucha de clases, como proceso objetivo e inherente al modo de producción vigente, se seguirá recalentando.

La tendencia más probable es que, en la medida que la clase dominante siga yendo por más, la clase obrera y demás sectores afectados mostrarán resistencia como lo vienen haciendo.

Entonces, es necesario volver a nuestro país y tener claro que, más allá de la crisis particular que se desarrolla en Argentina, la misma está encuadrada en una crisis global en la que el capital trasnacionalizado no cejará en sus intenciones de mayor acumulación.

Esta cuestión objetiva es un dato determinante para también entender con mayor claridad porqué las medidas del nuevo ministro no traen más que cierta (y remarcamos, cierta) expectativa en los sectores concentrados de la burguesía y serán una nueva vuelta de tuerca del ajuste en las condiciones de vida y de trabajo de las masas explotadas y oprimidas.

Como venimos expresando, las condiciones de resistencia que encuentran a la clase obrera como sector más dinámico en dicho proceso seguirán un curso ascendente. Nos referimos a que el nuevo ataque a las ya maltrechas condiciones de existencia de millones de compatriotas, aun con altas y bajas, encontrará respuestas de lucha como viene sucediendo, incluso con la incorporación activa a ese camino de sectores como los de docentes, salud, estatales, que hasta aquí venían un paso detrás del proletariado industrial.

Pero es necesario remarcar que todavía las condiciones para frenar en el plano político las medidas de la clase dominante se encuentran en un nivel muy inferior al que se necesitaría para enfrentar tal embestida. Allí se constata el enorme avance que el enemigo ha sostenido en el plano político e ideológico, sobre todo, en el seno de la clase de vanguardia.

Y, como ya lo hemos dicho, mientras esa clase no esté en condiciones de levantar un programa político propio que sume a las demás capas explotadas y oprimidas de la sociedad, la base material para avanzar en el enfrentamiento clasista no estará dada.

Por supuesto que todas las expresiones de lucha y resistencia acumulan en experiencia de movilización, de conocer al enemigo a enfrentar, de ganar confianza paulatina en las fuerzas propias, de entender mejor el proceso que se está atravesando. Sin embargo, el límite que encontramos para que toda esa potencialidad desemboque en un proceso de acumulación de fuerzas políticas organizadas desde la independencia de clase, sólo será posible traspasarlo si las fuerzas de la revolución redoblamos el cumplimiento de nuestras tareas indelegables que son las de dotar a la clase obrera de la ideología y la política revolucionaria, en el medio del proceso de resistencia en marcha.

Ello implica que todo lo hecho hasta aquí ha servido, pero es insuficiente.

Implica que la militancia de los revolucionarios y revolucionarias esté orientada no sólo a fogonear la lucha económica (cuestión ineludible e indispensable) sino, además y fundamentalmente, profundizar las labores de construcción del partido para, desde allí, impulsar las herramientas de masas que lleven en su seno el germen de las concepciones revolucionarias. Las labores de discusión y debate abierto con las vanguardias obreras, sin subestimación política ninguna, de las causas que determinan este estado de cosas y que son las que es necesario entender para afrontar la lucha en un plano superior. Las labores del impulso de acciones de lucha por las más diversas demandas económicas pero que, desde el inicio, cuenten con destacamentos obreros conscientes de que dichas demandas se deben llevar adelante en la perspectiva de desarrollo de un plan revolucionario, de un plan que apunte a hacer jugar a la clase obrera en el terreno político de la confrontación. Las labores de agitación y propaganda revolucionaria para apuntar en ese terreno a respaldar la construcción, con un objetivo de hacer avanzar la consciencia política de la clase. Las labores de formación en el marxismo leninismo para dotar a dichas vanguardias de una nueva perspectiva de lucha, de vida y de futuro.

Se trata entonces de enraizar en lo más profundo de la clase obrera las concepciones clasistas y revolucionarias para la lucha inmediata y, desde las mismas, allanar el camino para el avance hacia nuevos niveles de enfrentamiento. Niveles que, reiteramos, sólo serán posibles de alcanzar si la clase de vanguardia toma en sus manos el proyecto revolucionario y se dispone a llevarlo adelante.

Es un momento de enorme complejidad en el que el partido y demás fuerzas que aspiren realmente a la revolución debemos seguir sosteniendo con firmeza el timón y, conscientes de nuestras responsabilidades, con cada vez mayor convicción y profundidad, realizar las labores señaladas aportando a la transformación de la base material en la que nos encontramos.

Y con la confianza plena en la capacidad transformadora de nuestra clase obrera que, con su partido y su proyecto, se pondrá al frente de este proceso.

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