Sobre la marcha de la CGT

El índice oficial de inflación del mes de julio ascendió al 7,4%. Vale aclarar que dicho índice es una estimación promedio de los precios de una variedad de bienes y servicios, algunos suntuarios, por lo que tal promedio no refleja el aumento real de las mercaderías que consume mayormente el pueblo trabajador, como los alimentos, por ejemplo.

De esta forma, el poder de compra de los salarios pierde aun más porcentaje que el que marca la medición oficial de la inflación, pronunciando la curva descendente de los ingresos de las familias proletarias.

Al mismo tiempo estos números ratifican el posicionamiento de Argentina como el país que registra los salarios más bajos de la región, medidos en dólares. Como dejan entrever hasta algunos analistas de la burguesía, esta situación provoca que las empresas multinacionales que operan en nuestro país registren rentabilidades muchísimo más altas que en otras regiones del planeta contando, además, con una mano de obra calificada.

En este contexto la C.G.T. (Confederación General del Trabajo) lanzó hace algunas semanas la convocatoria a una marcha para el próximo 17 de agosto.

Al día de hoy, entre idas y vueltas de confirmaciones y suspensiones, la movilización ha sido ratificada. Las idas y vueltas mencionadas abarcan también (y nada menos) que a los objetivos de la misma.

¿Para qué convoca la C.G.T.? Nadie lo sabe. Que si es en contra o a favor del gobierno; que si es contra los empresarios que aumentan los precios; que si se exige un aumento salarial de emergencia. Se puede afirmar que es inédito en la historia del movimiento obrero argentino (y, tal vez, mundial) que una central obrera haga una convocatoria con un objetivo que, de tan difuso, confirma de entrada que de tal iniciativa nada puede esperarse en beneficio de las bases obreras.

A tal punto llega la intencionada confusión que algunos gremios, como los del transporte, ya han confirmado que no participarán; incluso con argumentos en los que dejan expuestos motivos que ratifican el carácter reaccionario de esas dirigencias. Omar Maturano, de La Fraternidad, declaró que “no se suman porque  quieren esperar a ver cómo avanzan las políticas propuestas por el ministro Sergio Massa, pero también porque considera que al marchar contra los formadores de precios se termina favoreciendo la lucha de clases». (https://www.pagina12.com.ar/472745-cgt-la-marcha-se-hace-pero-con-algunos-gremios-menos).

Todo esto se ve ratificado cuando se comprueba en las empresas que los sindicatos no están trabajando para la movilización, que aspiran a mover sólo sus aparatos o, en algunos casos, incluso utilizando métodos fascistoides mediante aprietes y amenazas para poder lograr siquiera ese objetivo, aumentando así el rechazo visceral de las bases trabajadoras contra esas metodologías y esas estructuras traidoras.

Sin embargo, y como lo afirma Maturano en su declaración, la lucha de clases existe y se hace sentir más allá de las intenciones de los dirigentes/empresarios que están al frente de los sindicatos y de la C.G.T.

El descontento ante la caída de los salarios, ante el deterioro de las condiciones de trabajo por los intentos de la burguesía monopolista para aumentar la explotación y, por ende, la productividad, es un hecho palpable que se respira y se vive en cada centro de trabajo.

Es la realidad que alimenta la resistencia que se manifiesta creciente desde hace ya tiempo, en particular en la clase obrera, pero a la que se van sumando otros sectores laborales.

Aun cuando esa resistencia no encuentre un camino de acumulación política que se exprese en una independencia de clase, la resistencia existe y la bronca se acumula sin descanso.

En este marco nuestro Partido considera que la movilización convocada, más allá de las internas sindicales y políticas de estas dirigencias impresentables, apunta a descomprimir en alguna medida la situación descripta pero con la manifiesta intención de generar pesimismo en las bases obreras mediante el “juego” de movilizar para, en definitiva, desmovilizar; en intentar mantener bajo el redil de la institucionalidad del sistema (en la que los sindicatos juegan un papel trascendente) las luchas y reclamos que en muchos casos cuestionan en la práctica esa institucionalidad y el papel de los gremios.

El PRT manifiesta que debemos denunciar estas intenciones en cada lugar de trabajo, al mismo tiempo que seguimos impulsando la lucha y la movilización desde el ejercicio de la organización mediante la democracia obrera; mediante la participación efectiva de cada trabajadora y trabajador a partir del puesto de trabajo impulsando la unidad de clase efectiva rompiendo con las divisiones gremiales y burocráticas de la legalidad del sistema; promoviendo asambleas por sectores y generales en las que se expresen y decidan las demandas y las medidas a tomar por las bases obreras; debatiendo con las compañeras y compañeros la necesidad de establecer organizaciones estables que lleven el sello de la independencia de clase; desde esas organizaciones buscar lazos de unidad efectiva con otros sectores obreros de la zona, ampliando la visión y el alcance de la unidad de la clase desde lo profundo para enraizar tales niveles organizativos.

La imperiosa necesidad que la clase de vanguardia cuente con su propio proyecto y herramientas de lucha económica y política exigen una posición y conductas claras ante los intentos del enemigo de clase y sus instrumentos por desviarnos del camino imprescindible para avanzar y lograr materializar tal objetivo.

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