Hablemos de cinismo

Durante la semana, ante un selecto auditorio de burgueses monopolistas, el ministro Massa afirmó: “Los que piden devaluación desesperados destruyen el valor de sus compañías, no solo el ingreso de los argentinos”.

A los pocos días se vuelve a anunciar el otorgamiento de un “dólar soja” para las grandes multinacionales cerealeras, a los fines de que las mismas liquiden las cosechas de cereales que acumulan a la espera, precisamente, de un dólar diferencial. Y esta vez, con actualización por inflación. Habrá que esperar la furibunda reacción del combativo Máximo Kirchner ante la segunda confirmación de que los monopolios de la agroalimentación “ponen de rodillas” al gobierno.

La devaluación selectiva del ministro Massa no hace más que confirmar que los reclamos devaluatorios son escuchados y tomados en cuenta de acuerdo al peso específico que cada sector monopolista logra para conseguir medidas a su favor.

Como siempre decimos, el Estado de los monopolios es un botín de guerra que se disputan las facciones del capital concentrado; los gobiernos y las fuerzas políticas del sistema son simples representantes y gestores de esos intereses capitalistas.

Lo que también se confirma es la política de ajuste generalizado que el gobierno peronista sigue ejecutando.

Según un informe de la consultora Analytica, en el mes de octubre el gasto público bajó un 38% interanual. Es el quinto mes consecutivo en el que los recortes a los gastos del Estado se mantienen y expresan, junto con la suba generalizada de los precios, el descomunal ajuste que lleva adelante el gobierno nacional contra los ingresos de las familias trabajadoras. En el mismo mes de octubre los rubros que más descendieron fueron el de los programas sociales (allí se incluyen jubilaciones y pensiones, los diferentes planes sociales, asignaciones familiares, etc.); el otro rubro que registra una importante baja es el de los subsidios energéticos, es decir los subsidios que recibían las empresas por parte del Estado y que ahora se verán reflejados en los aumentos de las tarifas a los usuarios.

De esta manera es como el gobierno “ordena la economía”, tal como lo destacó la vicepresidenta Cristina Kirchner en uno de sus últimos discursos y alabando la gestión de Massa.

Está más que claro que el ajuste apunta a cumplir las metas acordadas con el FMI, uno de los representantes del gran capital monopolista que tiene como objetivo garantizar el proceso de concentración y centralización capitalista en beneficio de la oligarquía financiera.

Todo esto no es novedad si se tiene en cuenta que es, en realidad, el programa en curso del gobierno actual: disponer todas las medidas que apunten a morigerar la caída de la tasa de ganancia del capital, n medio de la crisis mundial capitalista.

La novedad, si se quiere, es que el populismo y el reformismo, que se expresan en el kirchnerismo y demás sectores que le hacen coro, avalen tal programa al mismo tiempo que critican a un sector del gobierno.

Tal grado de cinismo, que bien podría equivaler a importantes grados de esquizofrenia, en realidad, son una nueva maniobra de engaño con el que se intenta envolver a la clase obrera y el pueblo.

Mientras ajustan, se ofrecen como los salvadores. Esa conducta, tan cara a los partidos del sistema, es una marca registrada ya de la facción kirchnerista.

Y si bien la realidad objetiva de la vida cotidiana es el principal antídoto ante semejante mentira, es necesario desnudar por completo tales intentos en el camino de aportar a que el las masas proletarias no caigan en las trampas que el sistema siempre tiende.

Se debe explicar con números, cifras y argumentos la política en curso, al mismo tiempo que se la identifique con las políticas que dictan los monopolios en el poder, los verdaderos mandantes de todas las opciones políticas burguesas. Incluido el kirchnerismo.

 

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